Todos esperan las vacaciones de invierno, menos los padres. La gran pregunta, ¿qué hacemos con tantos días libres? Vamos a averiguarlo.

Valeria Elías
RTS Medios
Se acercan las vacaciones de invierno y con estos días, además del descanso, llega el tiempo libre que da lugar a un reencuentro con la familia. Los hijos pasan más tiempo en casa,lo que implica compartir actividades, pero también la oportunidad de conectarnos con ellos, para ponerse en sintonía con sus necesidades. Crear un espacio de charla, donde los papás puedan entrar en su mundo y conocer cómo se sienten en el desafío que implica crecer en un lugar donde a veces las apariencias parecen importar más que cualquier otra cosa, y la comunicación es solo por celular, es esencial. Los padres deben intentar cambiar la dirección de estas tendencia buscando un equilibrio, trabajando en reconocer y valorar los elementos que hacen especial a cada persona.
Mayormente los psicólogos recomiendan organizar rutinas para que haya un tiempo en familia, un tiempo en pareja y un tiempo personal. Durante dos semanas, mientras madres y padres trabajan, los chicos pasarán el receso sin ningún tipo de propuesta escolar. La mayoría de los adultos continúan trabajando en este tiempo y por ello enfrentan el sentimiento de querer disfrutar y conectar con sus hijos, pero también el desafío que implican los cambios de rutina en este periodo.
Es importante que los chicos sepan que hay momentos para todo, y que el hecho de que ellos estén de vacaciones no significa que los padres necesariamente también lo estén. Las generaciones actuales se aburren fácilmente y necesitan de más actividades y estímulos para hacer cosas todo el tiempo.
Lautaro Carrera es psicólogo y coordinador del área de infancias y adolescencias del colegio de psicólogos de Santa Fe, y María José Bouvier psicóloga en la misma instancia, conversamos con ellos sobre estas cuestiones.
La primer pregunta está referida a las vacaciones de invierno y cómo cambiar los hábitos con respecto a los chicos y las pantallas, Lautaro compartió “al menos nosotros, tanto María José como yo, desde el área de infancias y adolescencias del colegio de psicólogo, creemos que es necesario antes de reflexionar respecto del uso de las pantallas y si las pantallas están bien o están mal, pensar ¿cuál es el contexto? y ¿cuál es la interpretación que podemos darle al uso de las pantallas en el momento que estamos viviendo?, como comunidad y los adultos en general, ¿cuál es el momento que estamos viviendo? Porque nosotros consideramos en nuestro trabajo cotidiano y en las actividades que proponemos en el colegio, que el uso de las pantallas hoy, es un síntoma de un momento muy difícil que estamos viviendo los adultos. Adultos, ligado a las condiciones en las que estamos trabajando, a la cantidad de horas en las que estamos trabajando y que nuestra comunidad, nuestras comunidades, está entendiendo cada vez más a necesitar tener muchos trabajos ambos papás y a criar cada vez más solos”.
“Entonces en ese sentido nos parece lógico-inquieren los psicólogos- y nos parece natural que un papá o una mamá que trabajó todo el día y que no tiene en quién apoyarse para compartir la carga de la paternidad y de la maternidad, sean familiares, personas de la cuadra, clubes de barrio o sea lo que sea, encuentren dificultades para vincularse con su hijo o con su hija de un modo lúdico, amoroso y prefiera, a veces, para calmar al chico o para entretenerlo, como opción, proponerle pantallas porque está cansado, porque no tiene ganas de jugar”.

Y cómo debemos ver la estas cuestiones, qué enfoques hay que darle, a lo que ellos responden “son todas situaciones que, amén de ponernos de acuerdo o en contra, está bueno que podamos interpretar nosotros. Nosotros no trabajamos con la idea de culpabilizar a los papás y a las mamás respecto del uso de pantallas, decirles que está bien o que está mal, sino la necesidad de interpretar, porque creemos que simplemente decirle a un papá o a una mamá ‘no le des el celu para jugar con él o con ella’, ‘sentate a dibujar’, ‘sentate a jugar’, es simple; es agregar una carga a la paternidad. Si fuese tan simple como retar a los papás y que lo hagan… Entonces creemos que es necesario primero desculpabilizar la paternidad y la maternidad, en tanto nosotros podemos historizar las prácticas de crianza y si hacemos eso, mirar cómo se criaba hace 50 años, cómo se criaba hace 100 años, toda la vida existió una dificultad para que los adultos se vinculen amorosa y lúdicamente con los niños”.
Cabe destacar, agregan los psicólogos, “que los adultos jueguen con sus hijos es un fenómeno bastante reciente, de hecho creo que los niños que están creciendo son los niños que más juegan con sus padres, en relación a otros momentos de la historia, de historia reciente, digamos de 15 años atrás, 20 años atrás, yo no sé quién tiene recuerdo de haber sido criado con papás y con mamás que jugaban, que estaban extremadamente presentes y menos ahora”.
Los tiempos cambiaron, y eso implica que cambien las formas de vincularnos. “Como han cambiado las condiciones económicas y la configuración familiar, porque antes se criaba en comunidad, antes se criaba con la cuadra, cuando vos llegabas de la escuela y tu papá o tu mamá no estaban, te podías ir a la casa del vecino. Las condiciones actuales de crianza, de la vivienda, donde todos alquilan, donde todos se mudan, donde es muy difícil construir comunidad y conocerse con los vecinos, tener confianza, tener estas manos que ayudan cuando yo no puedo. Es mucho más difícil pensar en una paternidad y una maternidad tranquilas y placenteras de lo que era antes, porque estamos todos mucho más solos” explicaron los especialistas.
Respecto a mejorar la comunicación, ambos profesionales piensan lo mismo, “si son semanas de vacaciones, son semanas en las que las cosas van a fluir. Pero si son un momento para mostrar un problema que ya, de por sí, estamos teniendo a la hora de vincularnos, entonces no van a ser vacaciones, sino que van a ser simplemente un momento en el que estamos en casa. Por eso, me parece que es interesante, primero reflexionar cuál es la situación que estamos viviendo, cosa de no pedirle a las vacaciones que produzcan una comunicación que no se va a producir, porque no se produce en sí en la vida cotidiana, porque hay problemas que nos impiden la comunicación.
Cómo resolvemos estas cuestiones, “entonces, si nosotros le ponemos a las vacaciones de invierno la expectativa de ‘ahora que estamos en casa vamos a poder comunicarnos’, es muy probable que nos frustramos, porque nos tendríamos que preguntar por qué en otro momento, en un momento muy difícil, más cotidiano, más laboral de la semana, o de la vida, o del año, no nos podemos vincular o no nos podemos comunicar. Yo me preguntaría más al respecto de qué es lo que está pasando con la comunicación familiar en general, qué es lo que pasa con la comunicación familiar durante las vacaciones de invierno. Cosa de no ponerle a las vacaciones una expectativa que quizás después no podamos sostener” aclaró Lautaro.
Fuente: RTS Noticias