Superar la incertidumbre y derrumbar los mitos 

La incertidumbre es esa sensación de vacío e inseguridad sobre algo en particular. Caer en ella muchas veces, genera ansiedad y estados depresivos. Por eso, es importante tener las herramientas adecuadas para hacerle frente y emprender nuevos proyectos.

La palabra incertidumbre proviene del latín incertitudine, compuesto por las voces in- (un prefijo de negación), certus (“cierto”) y -tud (un sufijo usual de cualidad). Es la imposibilidad para predecir un evento futuro o hacerse una idea de lo que va a ocurrir, o también la imposibilidad para determinar si algo ocurrió verdaderamente de la manera en que se lo piensa.

Para la vida cotidiana de un trabajador, un estudiante, un emprendedor o empresario, la incertidumbre se representa en diferentes momentos, situaciones y formas, cada actor debe resolver este conflicto con las herramientas que ha adquirido en el transcurso de su vida o bien, ensayo y error, para salir de la incertidumbre debe decidir su primera acción.

Por esto, consultamos con Alejandro Rostagno, Gerente comercial en áreas comerciales, especialista en TICs, CRM-Marketing de relaciones, atención al cliente, centros de atención, venta consultiva, conferencista internacional (USA, Ecuador, Uruguay, Perú, Paraguay, Bolivia, Argentina), consultor en desarrollo comercial y transformación digital, coach ontológico certificado, SOAR Practitioner (USA) certificado, mentor de empresarios y emprendedores, docente universitario, capacitador y entrenador de equipos comerciales, emprendedores, empresarios.

Valeria Elías 

RTS Medios

¿Con cuáles estrategias se puede enfrentar la incertidumbre?

 

Lo primero que se me viene a la mente ante esta pregunta es: no conozco a quien tenga “la fórmula”, con lo cual, no habrá recetas absolutas ni herramientas infalibles para enfrentar la incertidumbre.

Y lo segundo que me parece importante poner sobre la mesa es: no sé si habrá lugares o momentos sin incertidumbre, con lo cual, traigo a esta conversación, la necesidad de su rápida aceptación, saliendo pronto de la resistencia, la queja y el desánimo y saber que tendremos que aprender a incorporar como  parte de la vida personal y empresarial.

Dicho esto, vamos a ponerle el cuerpo a la respuesta. Y la respondo, sin autoridad, desde un lugar empírico, luego de tantos años de gestionar, y convivir con ella. La teoría, la dejo para los especialistas.

La tentación es dar una respuesta “de manual”. Después de tantos años trabajando, leyendo, escuchando gente, compartiendo experiencias, hay algunas recetas ya empaquetadas, con consejos para afrontar los tiempos inciertos.  Eso es fácil de encontrar, y traerlo aquí hoy, no tiene valor. Al menos, no me consultaron para eso, creo!

Hablando desde la experiencia propia, atravesada por contextos de inestabilidad, aprendí a desarrollar una serie de «anticuerpos» que me permitan resistir y seguir adelante.

Crecí, crecimos, muchos, en un país con incertidumbre constante.

Y no digo: sólo con la sensación de incertidumbre, sino con indicadores objetivos que así era (siempre elijo, miro y cuento varios, que no vienen al caso hoy, y que son increíbles) y con emociones que me garantizan que atravesamos gran parte de nuestra vida en contextos inciertos.

Y eso, que generalmente no elegimos, sino que nos atraviesa, lejos de ser una debilidad, se vuelve una fortaleza: aprendés a moverte en lo cambiante, a tomar decisiones sin tener todas las certezas, a ser flexible a buscar la excelencia y no la perfección (una sutileza que aprendí a distinguir ya de grande).

Yo suelo describir la incertidumbre como una Mamushka* de escenario, uno dentro de otro. Incertidumbres anidadas, también, me gusta llamarlas. Es que son varias. Pero muchas veces, ni te das cuenta que estás inmerso en ellas.

Yendo de “adentro hacia afuera”, la primera que identifico es la incertidumbre interna, esa que nace, que se gesta dentro de nosotros mismos.

Luego viene la que tiene que ver con nuestra empresa o  emprendimiento en sí.

Más afuera, sigue el mercado en el que nos movemos, del cual participamos y en el que competimos.

Siguiendo hacia afuera, viene después, nada menos que el contexto nacional (que en Argentina es EL TEMA, y de todas las incertidumbres que identificamos es a la que más fácil y habitualmente culpamos).

Finalmente, los escenarios internacionales, que a veces pensamos que no nos afectan, o que nos son lejanos, ajenos, pero como si hiciese falta una cachetada más de realidad hace pocos días, nos volvió a quedar demostrado que una decisión a miles de kilómetros (política arancelaria de Estados Unidos), repercute también en las capas inferiores que fui describiendo, llegando hasta la más profunda.

Cada capa suma su cuota de complejidad, y lo importante es aprender a gestionarlas, ya que es muy ambicioso pensar en poder combatirlas.

Esa combinación de escenarios que mencioné, que marchan a diferentes ritmos y que atraviesan diferentes ciclos, nos generan una montaña rusa de emociones, de amenazas y de oportunidades para nuestra vida empresarial y personal. Y si estamos en ese mundo, entonces, rápidamente tenemos que aceptar que es y será así, que tenemos que reconocerlas, respirar, enfocarnos en gestionarlas, y seguir adelante.

Es parte del ser humano intentar en todo momento, reducir la incertidumbre. Gran parte de nuestras decisiones están orientadas a ello. Para atravesar con cierta probabilidad de éxito, algunas de mis herramientas fueron, y son:

  •         Mantener la calma. Como ante un accidente o una catástrofe: si mantenés la calma, podremos pensar mejor y decidir con más claridad.
  •         Salvarnos en equipo. No enfrentar las crisis en soledad. Apoyarnos en otros, compartir la carga, repartir la energía. Conversar, ya alivia.
  •         Encontrar paciencia. Porque hay problemas que, si no nos desesperamos, muchas veces no se resuelven, sino que se disuelven. Alguna vez, también,  el tiempo puede jugar a nuestro favor.

*Mamushka: esas muñecas rusas (creo) que se van abriendo y tienen otra adentro, y otra más

¿Qué es emprender y cómo gestionamos lo que queremos?

 

Emprender, si abrimos la mente, es un verbo de implicaciones muy amplias.

Teniendo en cuenta el contexto de esta entrevista, entiendo que vamos a hablar de Emprender, cuando nos referimos a tener una idea, ver una oportunidad, o incluso sentir una misión (no siempre mercantilista), y convertirla en un negocio. Como resumen, me parece una linda manera de verlo.

Es que dicho así suena hermoso. Corto, inspirador. Después,  la realidad es bastante más compleja. El camino emprendedor es desafiante, y muchas veces está lleno de obstáculos.

Las estadísticas no ayudan, conspiran contra el optimismo imprescindible de todo empresario y emprendedor: Los números dicen que, variando en función de a quién leamos, siete, ocho o nueve de cada diez emprendimientos no lograrán sostenerse al atravesar sus primeros años. Cualquiera sea el número que tomemos, es tremendo, o mejor dicho, es literalmente espantoso (sólo porque puede espantar a quien se entere de eso y esté pensando en iniciar su camino).

Y sin embargo, elegimos hacerlo. Conociendo esa “tasa de mortalidad”, ¿por qué será que siguen naciendo tantos emprendimientos’?

Yo tengo varias hipótesis al respecto, y pienso que el nacimiento de nuevos emprendimientos, se termina materializando (¡afortunadamente!) por múltiples factores.

Mi primera hipótesis, tiene que ver con la atracción que genera en la mente y en las emociones del emprendedor, el posible resultado final que imagina. Eso que visualiza “al final del camino” (después se enterará que nunca habrá tal final) es tan grande, tan movilizador, que provoca que el viaje se inicie.

Otro factor que ha generado la explosión de emprendimientos de los últimos años, a mi modo de ver, es la conjunción de la evolución tecnológica aplicada a diferentes aspectos de la vida de la humanidad, sumada al talento, la creatividad, la gestación de ideas que afortunadamente existe en nuestro país.  Esas cualidades, imprescindibles en un ecosistema generativo, impulsadas por la tecnología, hacen mucho más viable pasar de la pura creatividad, a la innovación concreta, donde las ideas se llevan a la práctica.

Para no extenderme mucho, aportó un tercer factor que aporta a la creación de nuevas empresas: los programas, la Instituciones, etc, que hoy por hoy apoyan y aportan al ecosistema emprendedor, facilitándoles el camino para que puedan desarrollar sus ideas con mayores probabilidades de éxito.

Finalmente, me parece importante traer un tema que veo, a la vez, como otro movilizador, pero que creo que todos debemos mirar con cuidado, para que no se convierta en un impostor:  la viralización de afirmaciones ancladas en medias verdades, o en casos testigos elegidos quirúrgicamente, que resultan muy atractivos para quien está pensando en iniciar su emprendimiento (por caso:  ser dueño de tu propio negocio, ser tu propio jefe, manejar tu tiempo, no tener techo para crecer, no entregar tu vida a otro por un sueldo, etc.).

Es un tema difícil de abordar, porque en la discusión todos podremos aportar ejemplos y contraejemplos para afirmar o negar esas “verdades” (por eso, permítaseme, hablo de “verdades a medias”).  Son situaciones que están ahí, que existen, y que en mi mirada, prefiero no tomarlas como la razón principal para impulsar a un emprendedor, sino como un insumo a considerar, con los cuidados necesarios, caso por caso. Punto.

Me gusta pensar que el empresario, el emprendedor, es un optimista incorregible.

Si se tratara de otro rubro, con los números que comenté antes, nadie se embarcaría en un viaje así.  Piénsalo de esta manera: si te dijeran que te subas a un transporte que te lleva a tu destino soñado, pero con un setenta, ochenta, ó incluso hasta un noventa porciento de probabilidades de estrellarse en el camino… ¿te subirías?

Saber eso, e igualmente embarcarse , ¡ya es un indicador en sí mismo!

Lo cierto es que cada mundo tiene lo suyo y quien está en uno, por supuesto, desea sanamente lo que tiene quien está en el otro.

El emprendedor mira a un empleado y quisiera  la seguridad de un empleo, el aguinaldo, las vacaciones, tener una estructura, tener con quién tomar decisiones, contar con respaldo financiero, que el futuro no dependa sólo de él, etc..

Y el empleado, mira al emprendedor, y lo hace deseando su libertad, su flexibilidad horaria, la posibilidad de crecer sin techo, sentirse dueño, sentir que el esfuerzo queda para él,  la autonomía, eso de no tener jefe, etc, etc.

¿Quién los obliga a estar de uno u otro lado?

Lo importante es saber que los dos mundos existen, y que ambas partes están invitadas a cambiarse de uno a otro. Incluso, ¡a habitar ambos! Pero: ¿quieren hacerlo?