La especialista en etología canina, Marina Balsa (mat. 880), sostiene que los perros no son peligrosos per se, no siempre es patológica la reacción, muchas veces es una cuestión de convivencia.

Valeria Elías
RTS Medios
Debido a algunas consultas recibidas por la nota anterior “Perros: ¿Qué perros son peligrosos?”, la veterinaria accedió a ampliar algunos de los puntos planteados y ejemplificarlos para que se entienda el por qué de algunas conductas violentas de los canes.
Respecto a la consulta sobre qué se debe evitar para que el perro se altere o reaccione, la entrevistada dijo: “Primera gran medida: ningún cachorro debe ser separado de su mamá y hermanitos antes de los 60 días de edad. En esa etapa el cerebro es una ‘esponjita’ , se está desarrollando y aprende muchas cosas que solo mamá perra sabe enseñar bien. Por ejemplo, a tener autocontroles de mordida, a tolerar la frustración, a esperar, etc.. Se separa antes por creer que la madre ‘no los aguanta más’ porque los corrige que es exactamente lo que tiene que hacer. Segundo: una vez adoptado exponer a ese cachorro de manera controlada y amigable a todo tipo de individuos: personas de todas las edades, formas y tamaños, otros perros, etc. Lo que suceda en los primeros 4 meses de vida es fundamental para su comportamiento”.
Para terminar su explicación, agrega: “El tercer punto es: Aprender cuales son las necesidades caninas y satisfacerlas (exploración, juego, descanso de calidad, etc.). Consultar a profesionales idóneos ante la primera señal de agresión (aclaro, que gruñir es una señal de agresión), no esperar ni hacer conjeturas de por qué pasó. Y, el cuarto punto: Supervisar permanentemente las interacciones entre niños y perros. Si convivís con perros y va a nacer un bebé en la familia, no está de más, aunque el animal no haya mostrado signos de agresión, que te asesores en cómo hacer esa presentación y que entiendas que un perro, por más dócil que sea, no tiene por qué tolerar contactos físicos invasivos de parte de nadie, ni siquiera de ese tierno bebé, es misión de los adultos regular esas interacciones para que sean buenas, tanto para el animal como para el pequeño humano”.
A la pregunta cómo debemos cuidar a nuestro perro y a las personas, Marina comentó; “Se debe atender a su socialización en los primeros meses de vida. Entender que educar a cualquier cachorro (sea de la raza que sea) insume tiempo y dedicación. Preguntarnos honestamente si disponemos de ese tiempo. Hacer una consulta pre adopción con un etólogo/a sería lo ideal, si pienso adoptar un perro, sobre todo de tamaño grande. Tener buenas herramientas de paseo (correa adecuada, pretal, collar, bozal, etc.), y tener conocimientos de lenguaje y comunicación canina, ir atentos en el paseo (no mirando el celular). Tener en mi casa un cerco perimetral adecuado para evitar fugas. Entender que los perros son una especie social, no deberían vivir confinados en un patio o terreno para funcionar como guardianes de la propiedad”.

¿Es conveniente tener razas como pitbull u otras consideradas de riesgo?, a esto respondió: “Si voy a adoptar un perro de más de 20 kg tengo que formarme responsablemente para garantizar bienestar a ese animal. Todo pasa por ser un tutor responsable, en eso se tendrían que basar las campañas de concientización, en educar a los humanos, no en hacer listas de razas caninas. Hay 400 razas de perros en el mundo. En países en que se restringió la tenencia de ciertas razas, el público buscó otras que no estaban en la lista para eludir la norma. No se redujeron significativamente los eventos de mordeduras. Además ¿qué pasa con los perros sin raza, que en Latinoamérica son mayoría? A estos ¿en que lista los ponemos?
Para aclarar las conductas entre patología y convivencia, la especialista aclara: “ No siempre las conductas son patológicas, y aún así pueden traer problemas en la convivencia. Ejemplos: hacer pozos es una conducta normal canina. Comer basura encontrada en la calle es una conducta normal canina. Ladrar a alguien que no vive en la casa y pasa por el perímetro de la casa, es conducta normal canina. Aún así, hay veces que esa conducta adquiere una intensidad o frecuencia que genera un problema en la convivencia ¿Podemos eliminarlas? No. Podemos moderarlas, redirigirlas, ofrecer condiciones especiales para que se desarrollen, por ejemplo, destinar un sector del jardïn para que escarben, poner una barrera visual en el perímetro para que se estimule menos la conducta territorial, podemos elaborar una estrategia segura para que nuestro perro suelte esa basura que encontró en el paseo y no la coma”.
Para finalizar, enfatizó: “Con las agresiones pasa lo mismo. Si bien todas son inconvenientes, hay agresiones defensivas que no son patológicas, y hay ocasiones en que el perro ‘avisa’ gruñendo, o sea, la secuencia normal. Si aún así se insiste (con el acercamiento o con el contacto), el perro se ve forzado a comunicar de manera más contundente que ‘no quiere’ (o sea morder). Hay ocasiones en que los que ocasionamos la agresión somos los humanos que ignoramos las señales de amenaza previas”.
Fuente: RTS Noticias