Miércoles de Ceniza: la liturgia de la imposición de los restos de olivo

El sacerdote Rodrigo Spagna brinda detalles sobre la simbología detrás de esta celebración católica y su vinculación con el carnaval.

Los católicos celebran hoy el Miércoles de Ceniza, una ceremonia de la que mucho se ha hablado pero de la que pocos conocen el significado y la liturgia de esta celebración. Rodrigo Spagna, párroco de la parroquia San Jorge (en la ciudad de San Jorge), maestro de celebraciones litúrgicas diocesanas y arquidiocesanas, y asesor de la Junta Arquidiocesana de Liturgia, Música y Artes Sagrados de la Arquidiócesis de Santa Fe, conversó con RTS Medios sobre la importancia de esta fecha.

Valeria Elías 

RTS Medios

Cabe mencionar que la ceniza utilizada en esta fecha se confecciona con los ramos de olivos bendecidos en la Semana Santa del año anterior. Esos ramos se incineran y de allí se saca la ceniza que luego se va a usar en la misa para la imposición.

 

Spagna explicó que “el Miércoles de Ceniza es un día muy especial para nosotros, los católicos, ya que en este día comenzamos un tiempo litúrgico fuerte, que es un tiempo de preparación para celebrar, al final del mismo, el gran acontecimiento de nuestra fe, que es el misterio pascual, lo que celebramos en la Semana Santa, especialmente en ese triduo del jueves, viernes y sábado santo”. “Con este evento, comienza ese tiempo de preparación que se prolonga a lo largo de 40 días, por eso el nombre de cuaresma. Y nos recuerda los 40 días que Jesús estuvo en el desierto ayunando y al final del cual fue tentado por el demonio”, agregó.

 

“Cabe destacar aquí -continúa el párroco- que el Miércoles de Ceniza inicia un tiempo litúrgico, pero no queda solamente en lo celebrativo, en lo litúrgico, sino que se lleva especialmente a la vida cotidiana y que se hace a través de las prácticas cuaresmales, que nos ayudan a profundizar en nuestra relación con Dios, a volver a ponerlo en el centro, eso es la conversión, mediante estos actos penitenciales como son el ayuno, la oración, la limosna, y que nos van ayudando a descubrir lo que somos en realidad. El miércoles de ceniza entonces es como el puntapié inicial para este camino que se recorre a lo largo de 40 días”.

 

Y hace una aclaración: “Un detalle para tener en cuenta que es muy interesante ¿Por qué un miércoles? ¿Por qué comienza el miércoles? En realidad, si nos ponemos a contar, el tiempo litúrgico de la cuaresma, dura más de 40 días. ¿Pero por qué? Porque el domingo es el día del Señor, el día de la resurrección, por lo tanto no podemos ayunar, es día de fiesta. Entonces, a pesar de que litúrgicamente se celebra, para poder vivenciar este ayuno cuaresmal de 40 días, se traslada al miércoles anterior, al primer domingo de cuaresma. A partir de ahí se pueden contar los 40 días de ayuno cuaresmal. Por eso la cuaresma en realidad son más de 40 días”.

 

Para ir comprendiendo los actos litúrgicos, Spagna desarrolla: “Aquí cabe distinguir este ayuno cuaresmal que, en realidad, lo vivimos más como un tiempo de penitencia, del ayuno estrictamente hablando que la Iglesia nos pide realizar dos veces al año. El Miércoles de Ceniza, precisamente en este día, y también el viernes santo. A este ayuno corporal estamos obligados, siempre que no haya de por medio alguna situación que lo impida, como una enfermedad, por ejemplo, a partir de los 18 años hasta los 59. El ayuno no consiste en no comer nada, sino en comer lo mínimo y necesario para poder desarrollar las actividades propias del día. Y lo mismo con el líquido, estar siempre hidratados para no caer o no desfallecer, pero siempre con una comida muy frugal y también la bebida, que puede ser agua. Esto no es una práctica puramente exterior, sino que justamente nos tiene que ayudar a descubrir que en el centro de nuestra vida está Cristo y que al fin y al cabo todo depende de Él y que no podemos poner en el centro la comida u otros bienes, sino al mismo Señor, que Él sacia nuestro corazón, nuestra alma, nuestro espíritu. Él es el verdadero alimento de nuestra vida en su palabra, en la Eucaristía”.

 

“Y otra de las cosas que también durante la cuaresma se nos invita es, a la abstinencia, que normalmente es de carne, que se realiza todos los viernes de cuaresma, en la cual están obligados a partir de los 14 años hasta los 59. El resto obviamente puede realizarlo de modo voluntario. Consiste en no comer carne, pero como hoy ya mucha gente no come carne, puede también ofrecerse a cambio algún acto de caridad, de misericordia o algún sacrificio que vaya templando nuestro corazón y vuelvo a repetir, para que el centro de nuestro corazón sea el Señor”, finaliza esta parte el sacerdote.

 

¿Qué se hace con las cenizas?

 

A todos les resulta curioso el tema de las cenizas que, como ya se dijo, provienen de la quema de los olivos de la pascua anterior. 

 

Spagna amplió que “el sentido de la ceniza, fundamentalmente, es espiritual, es un signo penitencial que justamente nos ayuda a descubrir que nuestra vida sin Dios no es nada. De hecho, las frases que se usan en la imposición son dos que nos propone la liturgia. Una de ellas, que creo que ayudan a describir mejor el sentido dice, ‘recuerda que eres polvo y en polvo te convertirás’, haciendo alusión de que somos creados por Dios, que venimos de la tierra, que volvemos a la tierra y que solamente en Dios podemos encontrar el sentido de la vida, la vida eterna que nos da a través de la muerte y resurrección de Jesucristo. Entonces, recuerda que eres polvo y en polvo te convertirás. Es un modo de reconocer nuestra pequeñez, y a la vez la grandeza y la obra de Dios en nuestra vida. Y por otro lado, ‘conviértete y cree en la buena noticia’, que es la otra frase que nos recuerda que el camino penitencial, que debe ser un volver permanentemente a Dios, a ponerlo en el centro de nuestra vida, a darnos cuenta que a través de su evangelio, de esta buena noticia, tenemos abiertas las puertas del cielo para poder gozar con él de la felicidad eterna. La penitencia es reconocer nuestra condición de pecadores, nuestra debilidad, nuestra pequeñez y confiar en la obra que Dios realiza en nosotros, que nos transforma. Ese es un poco el sentido de las cenizas. No tiene un sentido mágico, ni produce algo en nosotros que nos cambie, sino que nos ayuda a reconocer esto: el que obra es Dios en nuestra vida, esto es simplemente un signo”.

 

“La imposición de las cenizas se puede realizar y es lo más tradicional y lo más común dentro de la celebración de la misa. Esto se realiza después de la liturgia de la palabra, donde se leen las lecturas, después del evangelio, la proclamación del evangelio, y la homilía, las palabras que dice el sacerdote”, sugiere.

 

En la liturgia en sí “se realiza este gesto de imponer la ceniza, en primer lugar, se bendicen las cenizas, luego se imponen en los fieles que estén presentes, que quieran participar. También está la opción de hacerlo fuera de la misa, por ser un sacramental. Es simplemente un signo que también se puede realizar fuera de la misa. Se sugiere que se haga a través de una liturgia de la palabra para comprender mejor el sentido. A veces, en algunas parroquias, lo suelen hacer algunos ministros que llevan a los enfermos o gente que no puede acercarse a la iglesia por distintos motivos o quizás en alguna capilla donde no pueda llegar a celebrarse la misa. Pueden participar todos los fieles, no hay ningún tipo de exigencia, ni nada que lo impida. Y simplemente se acercan en el momento de la imposición y reciben las cenizas”, destacó el entrevistado.

 

Es importante aclarar que “hay dos modos de colocar la ceniza. Uno es en la frente, que es el más conocido, marcando una cruz, pero también se puede colocar arriba de la cabeza. En este caso la cruz es el signo por medio del cual el Señor, muriendo por nosotros, nos perdona los pecados, nos limpia de todo pecado y nos regala la vida eterna. Por eso la cruz tiene un significado también que, acompañando a las cenizas, recordarnos que al ser polvo y que al polvo volvemos, no termina ahí sino que estamos llamados a la resurrección. Por medio de la cruz llegamos a la resurrección”.

 

¿Por qué el miércoles de cenizas es después del carnaval?

 

El carnaval tiene sus raíces en las festividades paganas de la antigüedad, como las Saturnales romanas y las Lupercales. Esas celebraciones eran marcadas por el desenfreno, la inversión de roles sociales y un espíritu de permisividad.

 

En la cosmovisión de las sociedades cristianas, el Diablo sustituye cualquier otra deidad que presidiera el carnaval, cuya ceremonia se liga al Diablo ya que lo permitido durante este lapso es contrario a la moral oficialmente aceptada. La liturgia cristiana se adaptó a las costumbres paganas en un sincretismo, es decir, la fusión de dos tradiciones en una misma cultura. El carnaval no es parte del calendario litúrgico, por eso no figura dentro de las festividades religiosas católicas. 

 

“El carnaval es una festividad pagana que proviene de distintos ámbitos religiosos que se han ido configurando según las culturas, las distintas sociedades. No tiene un origen cristiano, pero no es bien claro el vínculo que hay, quizás tiene que ver un poco por tratar de cristianizar esta fiesta, adaptándose a lo culturalmente establecido. Es el término de esta fiesta pagana que está centrada en la carne, en la vida de pecado, para comenzar justamente a través del miércoles de ceniza el camino de la conversión, de la vuelta a Dios, de la lucha contra el pecado y vencer a la muerte, que es lo que hace Cristo. Creo que un poco va por ahí o fue por ahí, el sentido de esta fiesta, de este vínculo que se les ha dado al carnaval con el miércoles de ceniza”, concluyó Spagna.