La ciudad invisible: El burdel de Santa Fe en los inicios del siglo XX

Miguel Dalla Fontana es escritor e investigador santafesino que indaga en los diferentes barrios e historias de la ciudad de Santa Fe. El libro “La ciudad invisible”, visibiliza la marginalidad y la prostitución del barrio conocido como “Sunchales”.

La Estacion Gral. Bartolome Mitre (hoy centro culural "Birri")

Valeria Elías

RTS Medios

Entre 1930 y 1936, la zona roja del barrio Sunchales –hoy conocido como la zona de los barrios Alfonso y San Lorenzo–, cobra vida en la actualidad de la mano del investigador Miguel Ángel Dalla Fontana. El escritor pone en relevancia una parte de la historia de la ciudad invisibilizada por las moralidades y desmemorias de la sociedad.

 

Una historia que conlleva una repetición cíclica en el tiempo, la conocida “Trata de blancas” que se refería principalmente a las mujeres traídas de países europeos para la explotación sexual. La mujer expuesta como un objeto que tenía amparo legal en ese entonces, y que hoy, ha perdido vigencia y se ha reformado la sociedad para castigar a la trata y proteger a las mujeres en situación de calle. 

 

 

El libro describe esa marginalidad de Santa Fe, en la historia de un barrio que fue evolucionando y reorganizando sus vecinos. El escritor, explicó: “Este tema de la prostitución en la ciudad de Santa Fe tiene intima relación con la marginalidad del oeste de nuestra capital. Previo a este libro existe otro que es «Piquete Las Flores y sus barrios», y el último, «Los barrios del Cristo Obrero». Coexisten en Santa Fe más de una Santa Fe: la ciudad de la periferia de la prostitución, la marginalidad y la exclusión. Por todo eso desarrollé en los tres títulos centrales de los tres libros la palabra «Ciudad Invisible»”.

 

 

“Con respecto a la existencia del barrio nos remitimos a principios del siglo XX cuando su nomenclatura era «Sunchales», hoy conocidos como barrios Alfonso y San Lorenzo. La Estación Mitre y sus alrededores, eran zona de paso y zona marginal. En realidad el ferrocarril que llegaba a B.A. se había construido sobre la zona aluvial del río Salado. Entonces, más que viviendas de familias surgieron bolichones, pirigundines, casas de tolerancias, casas de citas, prostíbulos, burdeles. Muchos disfrazados y otros con nombre propio. Por esto fue la zona roja del barrio Sunchales. Un lunar urbano solo para el transporte de personas por el ferrocarril como también para la llegada de las mujeres que ejercían la prostitucion”, profundizó el entrevistado.

 

 

Luego continúa diciendo: “No solo había un burdel, sino muchos. De distintas categorías y nivel. Cosificados de primera, segunda y tercera. Estos burdeles estaban reglamentados con la Ordenanza 1526 de la prostitucion como ejercicio legal. Esta normativa fue sancionada bajo la intendencia de Egidio Caffarati en 1915. Pensar en la sociedad de aquel tiempo que posibilitó la implantación de la prostitucion, es pensar en la construcción colectiva que modelo a los individuos que la compusieron. Con anti valores aceptados vinculados al menosprecio de la mujer; con crímenes y desapariciones de ‘prostitutas’, y principalmente con un municipio que organizó un plan de casas prostibularias en torno a una zonificación o núcleo dominante en el barrio Sunchales junto a la Estación Mitre. Pero, cabe aclarar que había otra prostitucion ilegal alrededor del puerto y la plaza España, entre otros”.

Hospital "Vera Candioti" ( antes el Maison Paris). El prostibulo de primera en la ciudad.

Los ayeres que son ahora 


Los tiempos cambian, la gente cambia, las modas cambian, pero hay cosas que no evolucionan. 

Sobre esto Dalla Fontana comentó: “Tal como ayer en Santa Fe, como en distintos lugares del mundo, la prostitución sigue siendo una práctica que no se agota. Hablar de ella es referirse a una actividad que alcanza solamente a las mujeres, sino también a los hombres y a las personas de la comunidad LGTBIQ, de las cuales algunas luchan para que esta práctica sea reconocida como trabajo, una tarea amparada o regulada por la ley y despenalizada, para quienes eligen libremente practicarla. En ese mundo de privacidad podemos hablar de patrones establecidos, de códigos determinados en los que seguramente existe un acuerdo tácito entre quien ofrece la mercadería y quien la compra. Más allá de la inabarcable complejidad del tema, del diseño de crear ordenanzas, reglamentaciones o políticas de control que puede aportar el Estado, lo fundamental será fortalecer los análisis dentro de las familias o grupos como también todas las instituciones; afrontar con valentía los desafíos que nos impone un mundo globalizado, que en muchos casos ha olvidado que la ciencia de la ética, como el concepto de la moral no han pasado de moda”.


Para finalizar, el investigador, agregó: “La investigación fue un desafío porque al no conocer las raíces de lo que ocurrió hace 100 años comencé a entender la estructura de una sociedad hipócrita y de doble moral avalada por una ordenanza y aceptada como tal, como si todo estuviera bien. Me sumergí en lo local, lo nacional y lo internacional como estas redes de ‘trata de blanca’ (rubias y de piel blanca) el estereotipado y difundido como la belleza de la época. Organizaciones en el marco internacional como la Zwi Migdal con anclaje en B.A. bajo la fachada de la Sociedad de Socorros Mutuos exportaban desde Polonia, Rusia, Austria las mujeres engañadas para su fin económico: prostituirlas. Santa Fe no fue ajeno a este flagelo. Es un llamado de atención para que revisemos cada uno de nosotros cuánto debemos contribuir para educar y trabajar por una sociedad menos excluyentes, porque las diferencias y la falta de oportunidades educativas y de bienestar diario genera este tipo de desviaciones hacia esas prácticas”.

Fuente: RTS Noticias