La terminal automotriz ubicada en Alvear desvinculó a 90 empleados que aceptaron un plan de retiros que incluye un 20% adicional a la indemnización legal. «Lo que está sucediendo por estos días es el inicio de un proceso de destrucción del empleo», advirtió la UOM, señalando que la crisis se agrava por la baja demanda y la apertura de importaciones.
La planta de General Motors (GM) ubicada en Alvear, la única terminal automotriz de la provincia de Santa Fe, confirmó la desvinculación de 90 trabajadores que adhirieron a un plan de retiros voluntarios, una medida que profundiza el proceso de ajuste y reducción de personal iniciado el año pasado. La compañía ofreció a los empleados un plus de dinero por encima del monto correspondiente a la indemnización por antigüedad, buscando alentar su separación del plantel en un contexto de baja productividad.
El panorama en la automotriz se completa con una interrupción prolongada de la producción que comenzará el 12 de diciembre y se extenderá hasta el 19 de enero, cubriendo suspensiones y las vacaciones integradas de todo el personal. Actualmente, GM fabrica un solo modelo en su planta de Rosario, la Chevrolet Tracker, que se hace casi en espejo con Brasil. Esta dependencia del mercado externo, sumada a la competencia directa de la misma unidad productiva en el país vecino, genera un excedente de capacidad ociosa.
La situación de GM es un reflejo de la crisis que afecta a gran parte del sector manufacturero y se inscribe en un debate más amplio sobre el modelo económico. «La apertura indiscriminada de importaciones desde el 2024 golpea a las fábricas argentinas», señalaron fuentes del sector, destacando que el ingreso de automóviles del mercado asiático, incluso con baja de aranceles, «está socavando los cimientos de la industria automotriz argentina». El impacto se observa también en otras terminales que han reducido la fabricación de autos familiares para especializarse en utilitarios.
La preocupación se extiende más allá de la automotriz. Abel Furlán, secretario nacional de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), puso el foco en Rosario, el epicentro de la línea blanca (heladeras y lavarropas), advirtiendo sobre un inminente «proceso de destrucción del empleo». Furlán sostuvo que muchos empresarios analizan «reconvertirse en importadores», lo que podría reducir drásticamente el número de trabajadores del sector: «de los 5.000 trabajadores que nosotros representamos en Rosario, también nos quedemos con apenas 400 o 500 para sostener la logística».
Fuente: RTS Medios