Esta semana, en la provincia de Santa Fe, hubo dos femicidios, un femicidio vinculado y dos intentos de femicidio. Y, en el país, ya son 196 los crímenes machistas en lo que va del año. La violencia de género que emerge en esas formas extremas se sustenta en discursos de odio y el retiro de políticas públicas nacionales centrales para salir de contextos de agresión.
Por Victoria Rodríguez
RTS Medios
Lejos de ser hechos aislados, los femicidios son la expresión más extrema de un entramado de violencias que se construyen y sostienen socialmente. En el país ya son 196 las víctimas fatales de la violencia machista, según el relevamiento de Mumalá (Mujeres de la Matria Latinoamericana). Y, esta semana, hubo dos femicidios, un femicidio vinculado –que es cuando el agresor mata a otra persona para dañar a la mujer– y dos intentos de femicidio en la provincia de Santa Fe. El retiro de políticas públicas y el avance de discursos antifeministas no son fenómenos paralelos: se potencian y complementan. El primero deja desprotegidas a las víctimas; el segundo legitima a los agresores.
Antes de este tipo de crímenes hubo otras violencias (psicológica, económica, física y simbólica) y, sobre todo, un contexto comunitario en el que las conquistas de los movimientos de mujeres y disidencias están cuestionados y ninguneados. Pero, también, un gobierno nacional que retira los programas de asistencia a las víctimas y promueve el descrédito de los feminismos.
Las altas del programa Acompañar –que entrega ayuda económicas a las mujeres víctimas de violencia para que puedan desarrollar un emprendimiento y tener su propio ingreso– cayeron un 98,6%, entre 2023 y 2024. Y la línea 144 para pedir ayuda y acompañamiento desde cualquier lugar del país funciona con mucho menos personal.
“Los discursos de odio que emanan desde la figura presidencial han habilitado niveles de violencia discursiva nunca vistos”, explicó Florencia Rovetto, secretaria del Área de Género de la UNR, y agregó: “Los insultos hacia mujeres, personas LGBTI, jubilados o personas con discapacidad naturalizan la crueldad. Y eso ha permitido una habilitación en todos los niveles, en todas las clases sociales, en todos los ámbitos para decir cualquier cosa, sin importar las consecuencias que eso genere”.
Virales, redes y discursos de odio
Hace unas semanas, dos estaciones de servicio y una panadería decidieron que un buen contenido de redes sociales era grabar cómo dos hombres golpeaban a una mujer, la ponían en una bolsa de basura y la descartaban porque los tenía cansados. Y esta semana, en un stream, un grupo de chicos discutía que el consentimiento era “injusto” y que habría que tirar una moneda o hacer piedra papel o tijera si una persona quería tener relaciones sexuales y la otra no.
Decir que son solo bromas es negar la raíz de un discurso que habilita la violencia real. “En las redes vemos subjetividades solitarias que, desde el anonimato, drenan odio”, señaló Rovetto y agregó: “Pero también hay movimientos organizados, como los grupos anti ESI o Con mis hijos no te metas, que actúan políticamente contra los derechos conquistados y el propio Estado de derecho”.
Rovetto también evaluó que detrás de esas prácticas que aparecen de manera masiva y clara en redes sociales hay una agenda vinculada a sectores que operan políticamente. “Está también la propuesta de inocular crueldad para poder sostener un sistema que es profundamente despiadado que es el neoliberalismo. Entonces cuanto más crueldad se inocula en la población más se puede también domesticar esa población para que soporte toda la crueldad que un sistema neoliberal, cis, heteropatriarcal y capitalista nos está generando”, amplió.
Crisis económica y frustración
Esa construcción de sentido se profundiza en un contexto de retracción de la economía y de empobrecimiento de la población. Es que el mandato del patriarcado establece, también, que los varones valen más en tanto generan dinero, cuando eso no sucede el varón se frustra y la agresividad crece. Sucede en todos los sectores sociales pero los barrios históricamente postergados lo viven con más intensidad.
“Peleamos contra una construcción que tiene siglos”, señaló María Claudia Albornoz, referente de La Poderosa y añadió que el patriarcado refuerza que los varones valen más si generan dinero; cuando eso se derrumba, crece la frustración y también la violencia.
Para Albornoz, el contexto económico y los discursos presidenciales agravan la situación: “El presidente refuerza la idea de que los feminismos perseguimos a los varones. No es así. Los femicidios aumentan y eso alimenta a más violentos”.
También explicó que los varones violentos consideran a las mujeres como su pertenencia. “Pertenecemos a esos varones, ésa es la idea que está en sus cabezas. Pertenecemos al narco, pertenecemos a nuestra pareja, a nuestra ex pareja. O sea, se habla mucho de ideas de libertad, pero nadie piensa en la libertad nuestra, de las mujeres o de las disidencias sexuales. Nuestras libertades están todas atropelladas”, marcó.
E insistió con que ese varón violento, en un contexto de mucha crisis económica, está muy frustrado. Entonces esa frustración, más la idea de que la mujer le pertenece se convierte en una combinación muy riesgosa para la mujer que decide alejarse o dejarlo. “Hay que tener miedo porque ese varón puede de alguna manera reaccionar tremendamente y matar porque si una mujer sale con otra persona, él cree que le pertenece y por eso va matar como en Reconquista, como mató a su expareja y a su acompañante, en un femicidio vinculado. Y así va sucediendo y parece no detenerse”, ejemplificó.
El relevamiento de femicidios de Mumalá da cuenta de que en los primeros seis meses del año hubo 16 femicidios vinculados y 748 intentos de femicidio; que el 73% de los femicidios fueron cometidos por ex parejas o familiares directos de las víctimas; y que el 70% de los ataques se dio en la casa de las mujeres. Esos crímenes dejaron a 120 niñas, niños y adolescentes huérfanos.
El cuidado tiene que cambiar de lado
Aún en este contexto complejo, las organizaciones feministas sostienen el acompañamiento en los barrios de las mujeres más vulnerables. Para María Claudia Albornoz, los discursos antifeministas tienen un impacto directo en el abordaje de la violencia de género. “Se desestima la palabra de las mujeres, sobre todo de las mujeres empobrecidas. Ahí hay un tono que tiene que ver con la clase social”, señaló.
Y agregó: “Si bien las mujeres aprendieron que tienen que denunciar, después te dan una medida autosatisfactiva y parecería que ahí se resuelve. Pero no se resuelve nada. Te entregan un botón, si es que el botón está porque a veces no hay botones tampoco, o te lo hacen bajar una aplicación al celular, y ya está. Y parece que la responsabilidad de defendernos, de denunciar, de hacer todo el camino, es de las mujeres y de las disidencias sexuales”.
Entre los discursos que crecen a nivel social está la idea de que hay una gran cantidad de denuncias falsas. Sin embargo, según ONU Mujeres, representan menos del 1% a nivel global. En tanto el relevamiento de Mumalá marca que sólo el 14% de las víctimas de femicidio había hecho una denuncia previa.
Al respecto, la referente de La Poderosa habló de la importancia de pensar en medidas que hagan foco en el varón violento y no en las víctimas, como pueden ser las tobilleras. Pero, además, resalta que es necesario también trabajar con esos hombres para entender la complejidad del problema y encontrar maneras de resolverlo.
“Geolocalizar a un tipo violento creo que nos ayuda no solamente a las mujeres. Después hay que trabajar muchísimo sobre los varones violentos porque no solamente matan mujeres, sino que en las canchas se matan entre ellos”, dijo y concluyó: “Cuando hay un partido de fútbol tenés que poner policías por todos lados, y eso que no hay visitantes, porque tenés que protegerlos. No saben protegerse. Y eso también hay que trabajarlo muchísimo. Desde muy chiquititos tienen que aprender a cuidarse y a cuidar a otra persona. El trabajo de cuidado siempre quedó sobre nuestros hombros, sobre las mujeres, y los varones no aprenden eso”.
Cómo acompañar a las víctimas
Aún en un contexto difícil es importante saber que existen espacios para buscar asistencia y acompañamiento si se está sufriendo violencia o si se conoce a alguien que está en esa situación. En Santa Fe, el Centro de Asistencia a la Víctima (CAV) de la Defensoría del Pueblo acompaña hace años a mujeres y disidencias en situación de violencia. Su directora, Marisa Boeri, subrayó la importancia de la primera escucha: “A veces una mujer está más abierta a recibir ayuda y otras veces no. Por eso es clave acercarse con respeto, sin forzar”.
Boeri recordó que no siempre el primer paso es la denuncia judicial y que es central ir construyendo con ella, cuáles son sus necesidades, a qué está dispuesta a hacer y qué no.
“A veces las personas se resisten a venir de manera directa, pero alguien que observa que está ocurriendo algo de este orden puede venir y buscar una orientación y un acompañamiento para ver de qué manera, si es por rodeo, es a través de otro recurso familiar, institucional o alguna conocida, podemos lograr acercarnos o que ella puede confiar en que recibiría una ayuda ajustada a lo que ella va necesitando”, destacó.
E insistió con que “lo más importante es romper el silencio. Cuanto más aislada, más callada y guardada tenga esta situación, más difícil va a ser la resolución y la salida de esa situación”.
En ese sentido, remarcó que los lugares que trabajan estas temáticas están preparados para creerle a la víctima y poder abordar el tema. “Los equipos especializados partimos de la credibilidad de la víctima, no va a encontrar alguien que ponga en duda lo que está contando”, destacó.
Y recordó que “poder ponerle voz a lo que le está ocurriendo puede ayudarme a pensar otras alternativas porque a veces hasta el mismo razonamiento está enquistado en que no puedo salir, no sé cómo, no tengo los recursos. Entonces, el ir abriendo esta situación a algunos referentes es fundamental”.
Buscar ayuda, en el Estado, en las organizaciones o en alguien de confianza es el primer paso para salir de una situación violenta. Lo colectivo, la sororidad, es esa estrategia histórica de los feminismos es también la que rompe los paradigmas actuales de la sociedad. “Los discursos de odio contra los feminismos, que también estuvieron desde el primer minuto en la boca del presidente, en sus seguidores y en los grupos que alimentan estos discursos, tiene que ver con que hicimos una propuesta de convivencia, de mundo posible, radicalmente diferente a la de la crueldad, del individualismo que genera este modelo económico y político. Y por eso el ataque es tan feroz”, analizó Florencia Rovetto.
“Dicen que las feministas se pasaron tres pueblos, incluso gente del campo progresista. Lo que hicimos fue construir otros pueblos para una vida más justa y más igualitaria. Y es eso lo que nos están reclamando”, cerró.
Fuente: RTS Medios