Los ambientes laborales no son estables, conviven personas con diferentes realidades psicológicas y sociales. Equilibrar y lograr que cada situación coexista sanamente es responsabilidad del liderazgo y las decisiones que toma para construir un entorno seguro para cada integrante del equipo. El Dr. José Cosentino conversó al respecto.
Valeria Elías
RTS Medios
La estabilidad emocional es, en estos tiempos, un desafío que en algunos casos complica el entorno. Trabajar con personas que tienen un diagnóstico que denuncia una patología o complejo en algunas situaciones rompe el equilibrio y complica el entorno, pero existen formas de poder coexistir y generar un ambiente laboral más tranquilo, y este se libra a través del liderazgo, el conocimiento y las buenas decisiones.
El doctor José Adrián Cosentino, médico especialista en psiquiatría, conversó con RTS Medios sobre estas cuestiones.
— ¿Cómo se trabaja en un entorno laboral con personas con enfermedad psiquiátrica
y personas “sanas”? ¿Cómo equilibrar el ambiente?
— En cualquier equipo conviven historias, personalidades y vulnerabilidades distintas.
La clave no es dividir entre “sanos” y “enfermos”, sino comprender que toda persona
puede atravesar momentos de mayor o menor estabilidad emocional. En términos prácticos, un ambiente equilibrado se construye con normas claras, comunicación respetuosa y un liderazgo que no patologice, pero tampoco minimice los síntomas cuando aparecen. Cuando alguien atraviesa un trastorno psiquiátrico diagnosticado, el objetivo no es excluirlo sino acompañar su desempeño con límites saludables, procurando adaptar tareas sólo cuando sea necesario y siempre bajo criterio profesional. El equilibrio se logra cuando cada miembro del equipo entiende que convivir con la diversidad emocional es parte del mundo laboral actual.
— ¿Qué mecanismos tienen las personas del entorno para no verse afectadas por
actitudes o comentarios derivados de un trastorno?
— El primer mecanismo es no personalizar la conducta del otro, muchos síntomas no
son voluntarios. El segundo es poner límites saludables, claros y respetuosos.
Y el tercero es reconocer que no es función del compañero “salvar”, “curar” o
“regular” al otro. Eso corresponde únicamente a profesionales de la salud. Las personas del entorno pueden proteger su bienestar si aprenden a diferenciar acompañar de sobrecargarse, a pedir ayuda al área correspondiente y a mantener su propio cuidado emocional, que incluye descanso, supervisión y comunicación asertiva.
— ¿Se puede aprender a minimizar o controlar los efectos de estos trastornos en el
ambiente compartido? ¿Alguien más debe intervenir?
— Sí, se puede. Los equipos bien entrenados desarrollan protocolos de convivencia,
rutas de comunicación y estrategias de desescalada que permiten manejar situaciones tensas sin dramatizar. Sin embargo, es fundamental subrayar que ningún compañero de trabajo puede reemplazar el rol del profesional de salud mental. Cuando un comportamiento supera lo esperable, debe intervenir el área de Recursos Humanos, Salud Ocupacional o directamente un especialista, según la gravedad. Minimizar el impacto no significa naturalizar conductas disruptivas, sino crear mecanismos institucionales que cuiden a todos.
— En cuanto a patologías con riesgo de episodios violentos (como en algunos casos
de bipolaridad), ¿Las personas diagnosticadas pueden trabajar en cualquier puesto? ¿Hay restricciones?
—La gran mayoría de las personas con trastorno bipolar, adecuadamente tratadas,
puede trabajar sin restricciones. Lo fundamental es que estén en seguimiento profesional, con adherencia al tratamiento y estabilidad clínica. En casos donde haya antecedentes de episodios graves recientes, descompensaciones frecuentes o conductas de riesgo, puede ser necesario evaluar limitaciones temporales, pero siempre basado en criterio médico individual, no en prejuicios. La violencia no es un rasgo inherente a ningún diagnóstico: es un síntoma excepcional, no la norma.
Consejos para reducir conflictos entre compañeros y mejorar el ambiente laboral
- Reglas claras y compartidas, cuando todos saben qué se espera, se reducen los
malentendidos.
- Comunicación directa y respetuosa, decir lo necesario sin agresión ni indirectas.
- No asumir el rol de terapeuta, acompañar sí, responsabilizarse por el otro no.
- Derivar cuando corresponde, si una conducta supera lo que un compañero puede
manejar, debe intervenir un profesional.
- Promover capacitación emocional y salud mental, equipos entrenados funcionan
mejor.
- Espacios breves de supervisión o mediación ante tensiones reiteradas.
- Cuidar el autocuidado, nadie puede trabajar bien si está agotado emocionalmente.
En definitiva, un buen ambiente laboral no depende de “sanar” a nadie, sino de crear
estructuras justas, estables y cuidadas, donde todos puedan desempeñarse sin
sentirse sobrecargados.
“Cuidar la salud mental en el trabajo no significa cargar con nadie, sino construir
ambientes donde cada uno pueda hacerse responsable de su propio camino,
acompañado por profesionales cuando hace falta y por vínculos que no lastimen. Ese
equilibrio ,entre ciencia, humanidad y límites sanos ,es lo que realmente transforma
los espacios que compartimos”, finalizó el Dr. Cosentino.
Fuente: RTS Noticias