Duelo: El camino que todos debemos aprender a transitar 

“La cura para todo es siempre el agua salada: el sudor, las lágrimas o el mar” Karen Blixen. Es la frase con la que la Licenciada en psicología, Nancy Báez inicia para explicar uno de los procesos más difíciles pero inevitables de la vida humana. El duelo es parte de la vida.

Valeria Elías

RTS Medios

Cuando se habla de duelo, siempre se piensa en el fallecimiento de una persona, pero no siempre es así, hay diferentes tipos de duelos y infinidad de formas de atravesarlos, en donde el ser humano se va conociendo, entendiendo y aceptando en esta nueva etapa de la vida, sin “eso” que ya no está.


Hay muchas formas también de resignificar esas ausencias o vacíos, cada persona con sus herramientas, experiencias  y aprendizajes, va intentando sanar esa herida, con la ayuda de la Licenciada en psicología, Nancy Beatriz Báez (MP 189) que es Coordinadora del AETE (Área de Estudio de Temáticas Específicas) Duelos y suicidios del Colegio de Profesionales de la Psicología de Santa Fe 1ra. Circunscripción, se va entendiendo este proceso. 


La entrevistada comenzó: “Cuando escuchamos, leemos o pensamos la palabra duelo la asociamos rápidamente con la muerte. Sin embargo, el duelo hace referencia tanto a la pérdida física de un ser querido como a la pérdida de un trabajo, una pareja, un sueño, un proyecto… todo aquello que estaba presente en nuestra vida cotidiana y de pronto (o no tan pronto) ya no está. Sentimos que alguien que estaba ya no estará (su voz, su olor, su risa, su presencia), que aquello que deseamos nunca será posible, que aquello que me pertenecía ya no me pertenece. El duelo se activa en el minuto uno de la pérdida y empieza un tiempo que habrá que transitar en soledad y en compañía; con lágrimas y risas; con sentires y pensamientos; con encierro y salidas”. 


“El duelo es un proceso que se manifiesta en todo nuestro ser en el mundo y lo vivimos íntegramente: en los sentimientos: tristeza, enojo, culpa, auto reproche, ansiedad, soledad, alivio, emancipación. En las sensaciones físicas: vacío en el estómago, presión en el pecho, hipersensibilidad al ruido, falta de aire, falta de energía, debilidad muscular. En la cognición: incredulidad, confusión, preocupación, sentido de presencia, alucinaciones. En las conductas: trastornos alimentarios y del sueño, distracción, hiperactividad”, detalló la experta.


Luego, aclaró: “Cada persona vive un duelo de forma diferente. No hay un tiempo establecido como normal o esperable para que dure. No podemos juzgar ni comparar cómo vive alguien su duelo. Sin embargo, podemos hablar de duelos funcionales y duelos disfuncionales. Duelos funcionales son aquellos que atravesamos con todo nuestro ser y del cual salimos para seguir viviendo desde otro lugar, con una cicatriz, que algunas veces, nos recordará aquello que hoy no está. ¿Y qué podemos hacer como dolientes? Hablar, llorar, recurrir a rituales, agradecer, despedirse, escribir, leer, empezar o continuar con una actividad física o recreativa, resignificar objetos, lugares, escucharnos y darnos tiempos para vivir el dolor sin miedo. Duelos disfuncionales son aquellos en los que quedamos atrapados, estancados en eso que no fue o en la persona que ya no está. Estos duelos dependen de diferentes factores, por ejemplo recursos yoicos, tipo de apego con el objeto, red de sostén, padecimientos subjetivos previos, ansiedad, depresión”.


“El dolor que hoy sentimos pasará, pero a veces no podemos solos/as con ese dolor, entonces es necesario buscar ayuda profesional. Vivimos en una sociedad que nos enseña a evitar el dolor , a negarlo, a desprendernos rápidamente de aquello que perdimos, que dejamos o que murió, a desconectarnos de los que sentimos y seguir viviendo ‘como si’. El duelo es necesario, es un tiempo para sentir, de introspección, para despedirse, para elegir que soltar y que atesorar, para caer y levantarse, para seguir construyendo la vida y aceptando las pérdidas como parte de ellas”, culminó la psicóloga.


Para cerrar la nota dejó de regalo un hermoso texto que encontró en el libro “Las niñas se quedan” de Alice Munro: 

“Este dolor agudo se hará crónico. Crónico significa que perdurará aunque tal vez no sea constante. También puede significar que no morirás de ello. No te librarás pero no te matará. No lo sentirás a cada minuto pero no permanecerás mucho tiempo sin que te haga una visita. Y aprenderás algunos trucos para mitigarlo o ahuyentarlo, tratando de no destruir aquello que tanto dolor te ha costado”

Fuente: RTS Noticias