Solían escribirse de puño y letra. Eran testimonios físicos del amor entre dos personas. Con lo digital casi pasaron a ser un mensaje de wasap efímero. Por qué se celebra este día y un repaso de algunas de las cartas de amor más famosas.
Luciana Trincheri
RTS Medios

El 20 de mayo es el día de las cartas de amor. La fecha no está oficializada por ningún organismo internacional, pero fue ganando fuerza en los últimos años. Esta celebración tiene que ver con los festejos por el Día del Amor en China, algo así como el San Valentín asiático que se celebra del otro lado del mundo.
La designación de esta fecha particular tiene varias versiones, aunque la más difundida está vinculada con la fonética de los números en chino. En mandarín, la pronunciación de “520″ que corresponden a la fecha, con el mes primero y el día después, suena similar a “wo ai ni”, que significa “te amo”, coincidencia fonética, que convirtió el dia en una fecha popular para expresar amor y afecto en China. Con el tiempo, claro que se fue adaptando esta tradición en diversas partes del mundo.
En el mundo, se ha perdido la costumbre de escribir cartas de amor. Ni hablar de tomar un papel en blanco y vaciarse en la tinta contando lo bien que nos hace la otra persona.
Una forma de comunicar que nos permite contar al otro el sentimiento que nos genera de varias formas: con el tacto al poder tocar la carta que enviamos, con la vista al ver en la letra de la persona sus rasgos particulares en cada trazo, su voz al leer en nuestra mente las oraciones escritas con sus manos y hasta por qué no, su aroma.
En la historia, hay cartas de amor que se han hecho famosas. Como la de Marcel de Leclure, pintor parisino, que en 1875 envió una carta de amor a Magdalena de Villalore. La carta tenía la frase «Te amo», escrita 1.875.000 veces, para lo que contrató a un escribano para que dictara cada frase a medida que este escribía. Al final de la carta, le pidió al letrado que la leyera textualmente.
En 1812, el famoso compositor Ludwig van Beethoven escribió una carta apasionada y desgarradora a su «Amada Inmortal», cuya identidad sigue siendo un misterio. «Mi ángel, mi todo, mi yo ¿Por qué esa profunda pesadumbre cuando es la necesidad quien habla? ¿Puede consistir nuestro amor en otra cosa que en sacrificios, en exigencia de todo y nada? ¿Puedes cambiar el hecho de que tú no seas eternamente mía y yo eternamente tuyo? El amor exige todo y con pleno derecho: a mí para contigo y para ti conmigo. Sólo que te olvidas tan fácilmente que yo tengo que vivir para mí y para ti. Si estuviéramos unidos ni tú ni yo hubiéramos sentido lo doloroso. Mi viaje fue horrible».
Otras cartas famosas retrataron la relación amorosa entre la escritora Vita Sackville-West y la autora Virginia Woolf, inmortalizada en una serie de cartas de amor intercambiadas entre ambas en 1920, revelando una pasión y una conexión intelectual única. «Creo que a ti no se te escapará el pequeño vacío. Pero lo vestirías con una frase tan exquisita que perdería un poco de su realidad. En cambio, conmigo es muy potente: me duele tu ausencia más aún de lo que podía imaginar —y estaba preparada para sentirla no poco—. Así que esta carta no es más que un chillido de dolor. Es increíble lo esencial que has llegado a ser para mí. Supongo que estás acostumbrada a que la gente te diga estas cosas. Maldita sea, criatura mimada, no haré que me ames más por entregarme yo de esta manera… Pero, ay, cariño, contigo no puedo ser astuta y reservada; te amo de más para eso. Verdaderamente de más».
El emperador Napoleón Bonaparte también fue un hombre apasionado con respecto al amor. Sus cartas a Josefina, su primera esposa, son un reflejo de su devoción. «No he pasado ni un solo día sin amarte; no he pasado ni una sola noche sin estrecharte entre mis brazos; no he tomado ni una taza de té sin maldecir la gloria y la ambición que me mantienen alejado del alma de mi vida. En medio de las reuniones, a la cabeza de mis tropas, mientras recorro los campos, solo mi adorable Josefina está en mi corazón, ocupa mi mente, absorbe mi pensamiento».
La artista Frida Kahlo también escribió memorables cartas de amor y sufrimiento a su esposo, el reconocido muralista Diego Rivera. «Nada comparable a tus manos, ni nada igual al oro-verde de tus ojos. Mi cuerpo se llena de ti por días y días. Eres el espejo de la noche. La luz violeta del relámpago. La humedad de la Tierra. El hueco de tus axilas es mi refugio.
Toda mi alegría es sentir brotar la vida de tu fuente-flor que la mía guarda para llenar todos los caminos de mis nervios que son los tuyos, tus ojos, espadas verdes dentro de mi carne, ondas entre nuestras manos».
La escritora y filósofa francesa Simone de Beauvoir mantuvo una relación con el también filósofo Jean-Paul Sartre durante más de 50 años, donde intercambiaron cartas llenas de filosofía y amor. “Hoy lo hago para sentir el placer que tú aún no conoces, de virar abruptamente de amistad a amor, de fuerza hacia ternura. Esta noche te amo en una manera que aún no conoces en mí: no me encuentro ni agotado por los viajes ni envuelto por el deseo de tu presencia. Estoy dominando mi amor por ti y llevándolo hacia mi interior como elemento constitutivo de mí mismo. Esto ocurre mucho más a menudo de lo que lo admito frente a ti, pero rara vez cuando te escribo».
Fuente: RTS Noticias