El futbolista se emocionó en su primera conferencia como jugador canalla. La contención familiar, el peso simbólico del regreso y el rol de las emociones, claves en esta nueva etapa.

Ángel Di María regresó a Rosario Central tras 18 años y lo hizo con una fuerte carga emocional. “Es más fácil estar con la pelota, cuesta esto”, dijo entre lágrimas en su primera conferencia de prensa. El impacto de su vuelta no solo es futbolístico: involucra un vínculo profundo con su historia personal, su familia y la identidad del club.
Federico Sciretta, licenciado en psicología especializado en deporte, analizó el momento en diálogo con RTS Noticias. “Lo primero que se vio no fue un deportista de élite, sino una persona emocionada volviendo a sus orígenes”, afirmó. “Volver a casa”, resumió el profesional, haciendo foco en el significado afectivo de este paso para el jugador.
El retorno de Di María también movilizó a su familia. “Sus hijas estaban igual de emocionadas que él, como si fuesen a entrar a la cancha por su papá”, relató Ciretta. Y explicó que el círculo íntimo y la contención institucional son pilares en la vida de cualquier deportista. “Las emociones de nuestros afectos nos contagian. Ese llanto fue una experiencia de gratitud”, agregó.
Durante años, Di María fue cuestionado por parte de la opinión pública, pero el reconocimiento llegó tras su desempeño en la Selección Argentina. Hoy, Central representa un espacio de disfrute: “El alto rendimiento también puede ser placentero, no es solo sacrificio o disciplina”, destacó el psicólogo.
“El mayor desafío será canalizar las emociones en el momento de ponerse la camiseta y salir a jugar”, concluyó Sciretta. La expectativa crece en Rosario, donde miles de hinchas se preparan para acompañar este regreso que va más allá del fútbol.
Fuente: RTS Medios