A escribir, escribiendo: Día del Escritor

En homenaje al nacimiento de Leopoldo Lugones, en la Argentina se conmemora el Día del Escritor. Los escritores cuentan historias, hacen poesía y abordan problemáticas sociales y políticas que generan una mente más abierta en los lectores. 

Valeria Elías

RTS Medios

Celebrar el día del escritor invita a reflexionar sobre la importancia de las letras y quienes las cultivan. Por eso, José Ignacio Serralunga, escritor, dramaturgo, director y actor, conversó sobre el ejercicio de este oficio tan antiguo como la escritura.

 

 

Para comenzar el escritor, comentó sus primeras experiencias con la literatura: “Sin dudas que desde muy chiquito habré leído de todo un poco, ya que en mi casa lo que abundaban eran los libros, las revistas, las enciclopedias, los diccionarios y en la escuela nos hacían no solo leer, sino también producir, escribir redacciones y relatos breves. Lo que recuerdo es que andaría por los 11 años cuando comencé a leer ‘La isla del tesoro’, de Robert L. Stevenson, y tengo ese momento como hito inicial de la lectura. Después, el hábito se fue instalando y tuve varias etapas, en las que me sumergía intermitentemente en la lectura de novelas, básicamente”.

 

 

Y agregó: “Respecto de escribir, creo que siempre me resultó divertido jugar con las palabras y sus sentidos, y sobre todo, con la posibilidad de engañar al eventual lector, orientándose hacia un falso sentido y sorprendiéndolo con el verdadero. Creo que ese fue el ejercicio que me llevó a transitar por el humor. El primer hecho público de mi escritura se dio en 1987, cuando a pedido de Raúl Viso, escribí cerca de 20 biografías falsas, humorísticas, sobre los humoristas que mostraban sus obras en una exposición. Resultó muy bien y varios de ellos me invitaron a escribir algunas cosas para radio, especialmente para una revista de humor santafesino: Pararrisas. Diez años después vino lo de escribir teatro, y finalmente, jugar con la narrativa”.

 

 

Respecto a las estrategias de escritura el entrevistado compartió: “Hablando de escribir teatro, mi única estrategia es comenzar a escribir solo cuando tengo una imagen que me inquieta, hablo de una imagen que incluye los sentidos, las emociones, no una imagen fotográfica; aunque ésta puede ser la generadora de esa imagen que me inquiete. Una vez que aparece ese conglomerado de emociones y sensaciones, dejo que evolucione solita, mentalmente, sin forzarla, y en algún momento se transformará en algo más concreto, que no es más que un ambiente, un universo al cual pertenece la futura creación. No tengo idea de qué personajes aparecerán, ni de qué se tratará la historia. Empiezo con algo mínimo, pertinente a ese universo, un diálogo que, seguramente, luego desaparecerá. Mágicamente, los sucesos y los personajes aparecen y van tomando las riendas de la historia. Creo que esa forma de trabajar les da a mis obras una ventaja, y es que, así como yo me voy sorprendiendo con el ritmo del relato, con las novedades y con las vueltas de tuerca de la historia, le sucede también al espectador. Aquel recurso de engañarlo, respetuosamente, también se aplica a un tratamiento más serio de cualquier anécdota. En el momento preciso de la escritura, la intuición y la emoción desplazan a la razón; ésta será convocada en el momento de acomodar piezas, dar un orden secuencial o anárquico, que le dé individualidad al producto final”.

 

 

“Si bien la experiencia con lo narrativo es más breve y reciente, puedo sentir que en este caso la parte intelectual toma la posta al inicio como eje de una posible estructuración general, pero apenas meto las manos en el relato vuelve la intuición a hacerse cargo de que aparezcan imágenes que, ni por asomo, pude haber previsto al empezar”, aclaró.

 

 

“Me considero un tipo con suerte, –continuó el dramaturgo– en el sentido de que no me resulta difícil ni agobiante encarar la escritura, en cualquiera de las vertientes que he ido eligiendo por esas cosas de la vida. Metafóricamente, si me visto de etiqueta, salgo muy orondo y me siento cómodo, no me aprietan los zapatos ni me sofoca el cuello rígido, y si me calzo las zapatillas y el buzo corro con alegría bebiéndome los vientos. Bueno, casi. En las 40 obras teatrales que escribí, me sentí a mis anchas, claro que tuve la experiencia previa de actuar y de dirigir, y eso me lo da un oficio de muchos años que me aporta recursos y me evita todas las dudas que podrían aparecer al escribir. Yendo a la narrativa, la experiencia de mi primera novela, ‘La ciudad enterrada’, que acabo de publicar (con Flor de Loto Ediciones) fue tan agradable como la dramaturgia”. 

 

 

“Y resalto lo agradable, porque me resulta placentero, de una manera sensorial y emocional. Fueron muy pocas las rispideces que tuve que sortear en la escritura y tuvieron más que ver con el orden de los capítulos, cosas formales de estructuración. Una vez dentro de cada capítulo, me sumerjo, buceo, indago, dejo que los dedos corran sobre el teclado sin preguntar mucho; y encuentro que dejar correr el ritmo que toman las palabras es el mejor consejo que me puedo dar. En estos momentos estoy escribiendo un segundo libro de narrativa, que no sabría categorizar, ya que contiene relatos de hechos históricos, pero también recreaciones, poemas, sucesos fantásticos o vistos con ojos de fantasía, imágenes. El tema central es la figura de Estanislao López y el entorno de aquellos años tumultuosos”, finalizó el escritor.

 

 

Para cerrar, dejó un mensaje a los futuros escritores: “No voy a ser muy original, pero sí muy claro, y voy con un ejemplo. Si querés correr, corré. La forma de llegar a ser un maratonista es correr. Empezar a correr. En el camino vas a tener que aprender muchas cosas; cómo se entrena, cómo se hace la largada, cómo se administran las energías, hasta qué tipo de zapatillas te dan más comodidad; y vas a descubrir cuáles son tus puntos fuertes, tus debilidades, y, escuchá bien esto: cuál es tu ritmo. Pero empezá a correr. Si querés escribir, escribí. Empezá, probá, estudiá, sí, pero no para escribir como otros, porque tu voz es única, y tenés que descubrirla, y para eso, insisto: escribí. Escribí para vos, o para un lector que sea igual a vos. Después, vas a ver que, dependiendo de cuánta gente coincida con tu gusto y tu sensibilidad, vendrá eso a lo que le llaman éxito; aunque prefiero pensar que el éxito es poder hacer con dignidad lo que te gusta y para lo cual te preparaste y te entrenaste”.

 

Fuente: RTS Noticias