Ernesto Sábato: «Ser original es en cierto modo estar poniendo de manifiesto la uno mediocridad de los demás»

Sábato falleció de una neumonía en su casa de Santos Lugares el 30 de abril de 2011, a 55 días de cumplir los 100 años. Uno de los intelectuales más destacados de la Argentina. Hoy lo recordamos.

Su pensamiento político se ha visto reflejado en su vida y obra. Por su defensa de derechos y valores contrarios a la política dictatorial argentina, es elegido en 1984 presidente de la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas (CONADEP), que redacta el Informe Sabato, conocido como “Nunca más».

Valeria Elías 

RTS Medios

Lo que caracteriza a Sábato es su obra literaria, no sólo por su pluma y conocimientos, sino por su existencialidad representada en historias que identifican y conmueven. 

Para analizar a este personaje, RTS Medios dialogó con Rogelio Alaniz, periodista, profesor de historia y escritor.

 

“La obra de Ernesto Sábato se reduce o se expresa en tres novelas: El túnel, Sobre héroes y tumbas y Abaddón el exterminador. Después están los ensayos, interesantes, controvertidos, pero no sé si considerarlos obra literaria. Lo que constituye sus novelas expresan su capacidad para construir esto que se llama ‘obras de arte’ a través de las palabras. Hay una discusión abierta entre los lectores de Sábato si su mejor novela es El túnel o Sobre héroes y tumbas. Una discusión que no importa a los efectos literarios, creo que ambas merecen leerse porque están bien escritas y cuando digo bien escritas es porque son capaces de crear un estilo, un ritmo, un fraseo que distingue la escritura de Sábato”, analizó Alaniz.

 

Y agregó: “Sábato vivió todo el siglo XX, murió casi a los 100 años, vivió un siglo contradictorio y él fue capaz de contener todas esas contradicciones que aparecen en su obra. Estudió física, se recibió de profesor de física y matemática. Fue discípulo de Bernardo Houssay, viajó a Europa para perfeccionarse. Y allí descubrió que la literatura le interesaba más que las físicas y las matemáticas. Se relacionó con el universo de los surrealistas, de los existencialistas, y habría que decir que este paso de la física a la literatura, además de lo que significa el cambio de oficio, por mencionarlo de alguna manera, representa también un cambio respecto de su cosmovisión o de su visión del mundo. Sábato dejará de creer en la eficacia de la ciencia y comenzará a reivindicar lo que para algunos es el humanismo, para otros es el espiritualismo, para otros es simplemente el recelo, la desconfianza a los monstruos que son capaces de crear el racionalismo o un avance científico sin controles, sin límites”. 

 

“O sea que –continúa– la decisión de Sábato de escribir y después de pintar, (además fue un pintor) tiene que ver con una opción de vida respecto de dónde es posible encontrar una explicación, algún significado, a un mundo que a Sábato lo angustia, lo atormenta, lo llena de inquietudes, de interrogantes y del cual sabe que puede dar algunas respuestas que son apenas tentativas de respuestas, porque en realidad el mundo como tal, termina siendo inexplicable y no responde exactamente a las expectativas que crea el conocimiento científico o el denominado conocimiento, saber científico y tecnológico. Esto no quiere decir que Sabato haya sido un negador de la ciencia, un oscurantista o alguien sumergido en el espiritualismo que desconoce los avances de la razón. Simplemente que él decide su sensibilidad, decide poner más el énfasis en la búsqueda de algo parecido a la verdad a través del campo de la literatura, o del campo del arte, que en el campo de las ciencias y la técnica”.

 

El compromiso social

En este punto, Alaniz, rescata y comenta respecto a las posturas políticas que identificaban a Sábato  

 

“Por supuesto, fue un escritor comprometido y un ciudadano comprometido. En su juventud tuvo alguna militancia política, fue anarquista, en algún momento fue, dicen los biógrafos, secretario de la juventud comunista, en lugares de los cuales estuvo poco tiempo, y después no se conoce que haya tenido alguna adhesión partidaria. Aunque siempre tuvo opiniones políticas, siempre se comprometió políticamente”, recordó el docente de Historia.

 

Y, respecto a su vínculo con los partidos políticos argentinos, detalló que “fue, durante los años del peronismo, entre 1945 y 1955, un opositor firme, un opositor sistemático, a un gobierno al que no dudó en calificarlo en algún momento de autoritario, en algún momento con aproximaciones peligrosas al nazifachismo. Participó, o por lo menos dio el apoyo a la revolución libertadora, consideró que el régimen peronista no daba para más. Pero después, es importante destacar, es uno de los primeros intelectuales antiperonistas que manifiesta su disidencia ante las decisiones autoritarias de la Revolución Libertadora, entre otras los fusilamientos de Valle y de los que se levantaron en armas, los militares nacionalistas que se levantaron en armas, como también las masacres en los basurales de León Suárez. Esta ruptura de Sábato como intelectual con la Revolución Libertadora le generará disidencias, rivalidades, en conos, con otros escritores, particularmente Jorge Luis Borges, por ejemplo, que apoyó siempre sin vacilaciones y sin fisuras a la revolución libertadora como tal”. 

La literatura y sus bemoles 

La literatura de Sábato puede ser entendida o analizada de diferentes formas, según cómo cada uno categorice los criterios de cada género. Para el entrevistado, la visión sobre Ernesto Sábato invita a la reflexión.

 

Alaniz explicó que la escritura de Sábato es una escritura compleja, es una escritura que está en la vereda opuesta a la escritura de Borges. “Es una escritura, uno podría llamarla barroca, gótica, se acerca más a lo que serían los poemas de Góngora o la escritura de Juan Carlos Onetti, son más o menos contemporáneos, son de la misma edad, que a la escritura despojada de arabescos y complejidades retóricas que distingue a la obra de Jorge Luis Borges. Además, con Borges y con Bioy Casares y en general con el grupo La Revista Sur, siempre hubo disidencias, reconciliaciones, nuevas disidencias, que caracterizaron toda la trayectoria de su época”.

 

“A muchos les molestaba el aire atormentado de Sábato, a veces ese tono mesiánico o ese tono trágico que lo distinguía. Muchos suponían que era una sobreactuación, que vivía siempre cultivando a su propio personaje. En ese sentido fue una personalidad controvertida. Esto no le impidió que tuviera un gran reconocimiento como escritor, no solo en la Argentina, sobre todo, reconocimiento por parte de sus lectores, sino en el mundo, y particularmente en Europa. Sus novelas fueron ponderadas por Albert Camus y por Thomas Mann, es decir por los principales o los más distinguidos escritores de Europa, Recibió premios y reconocimientos, entre los cuales incluye el Cervantes. Sus obras fueron traducidas a numerosos idiomas. Y estos son simplemente, repito, tres novelas que son las que circularon de él. Después están los ensayos, que repito, merecen leerlos, están bien escritos, tienen ahí expresas sus ideas, sus puntos de vista, pero insisto también que no son creaciones literarias, son ensayos, son consideraciones, reflexiones inteligentes, polémicas, pero yo no las ubicaría en el campo de la creación literaria”, expresó el periodista.

 

Luego, se explayó: “Muchos de sus críticos han insistido en impugnar esta participación de Sábato en la reunión con Borges – Rafael Videra después del golpe del 24 de marzo de 1976. Reunión en la que Ernesto Sábato participó junto con Borges, el padre Leonardo Castellani, y no me acuerdo qué otro, creo que el titular de la SADE, (que creo que el único mérito que tenía era ser titular de la SADE, porque creo que no tenía ningún otro mérito como escritor). Esto siempre fue un motivo de un Sábato permanentemente atacado por los críticos, sobre todo por sus críticos de izquierda, por esto que se daba una complicidad, una legitimación de la dictadura. Sábato dio explicaciones de esa reunión, de lo que pasaba en marzo de 1976, de lo que intentó hacer, de lo que pensó que se podía hacer mejor y no salió tan bien. Pero, bueno, fundamentalmente él después tuvo la oportunidad de mostrar cuáles eran sus opiniones sobre una dictadura militar y lo que significaba el terror, o el horror de una dictadura militar, participando a partir de 1983, a pedido del presidente recién elegido, Raúl Alfonsín, en la CONADEP, redactando el informe, que también dio lugar a polémicas y controversias, porque en el informe de Sábato, donde queda muy claro su rechazo, su crítica, su impugnación a la dictadura militar, menciona también, cosa que participan todos los integrantes de la CONADEP, de esta opinión, e incluso el propio Gobierno Nacional, de lo que significó el terrorismo de izquierda o de ultraizquierda. Es decir, esto que se denomina la teoría de los dos demonios”.

 

En esa línea, el periodista santafesino también habló de “la impugnación, las críticas a ese prólogo dio lugar a una respuesta, ya en la época de Kirchner, por parte de los kirchneristas, absolutamente inapropiada, irrespetuosa, violatoria de los propios procesos históricos, que fue cambiar el prólogo del informe de la CONADEP para, precisamente, sacar esas consideraciones de Sábato acerca de la teoría de los dos demonios o de la crítica tanto, al terrorismo de Estado, como al terrorismo llevado adelante por las denominadas organizaciones subversivas. La polémica está abierta, lo que queda claro es que el informe de la CONADEP era un informe en el cual los peronistas y en particular, los que luego se iban a definir como kirchneristas no participaron porque no quisieron participar y años después borran lo que era un documento histórico escrito en el a 84, 10 o 20 años después borran esta cuestión”.

 

A sí mismo, aclara: “O sea que Sábato siempre fue motivo de controversia, de disputas, siempre fue ninguneado por algún sector del campo intelectual, siempre hubo otros que lo defendieron, pero él mismo se sabía defender muy bien. Estuvo en Santa Fe, donde yo tuve la oportunidad de conocerlo, invitado por la Universidad Nacional Litoral, que lo honró con la designación de doctor Honoris Causa. Habló en la Facultad de Derecho, en el patio de la Facultad de Derecho, después fuimos a cenar al Hotel Castelar, estuvimos conversando. Un hombre, no voy a decir sencillo, porque no creo que haya sido sencillo, no creo que la palabra sencilla sea lo que lo distinga a Sábato, pero sí un hombre con el cual se podía hablar perfectamente, un hombre que no era prepotente, no era pedante, que escuchaba, daba sus opiniones, prácticamente hablaba desde una larga experiencia, el Sábato que nosotros conocimos en el año, tiene que haber sido más o menos para el fin de siglo, es decir, el año 2000, es un Sábato que ya está casi por cerca de los 90 años, es un Sábato que está hablando desde la historia, es un Sábato que daba gusto escucharlo”. 

 

Para culminar, Rogelio Alaniz realiza una recomendación personal a la hora de adentrarse en la producción de Sábato. “Personalmente, la novela que a mí más me interesa de él es Sobre héroes y tumbas, pero El túnel es una novela que se lee muy bien. Creo que es un escritor que si uno acepta, como ocurre con cualquier escritor, uno establece un contrato intelectual, co-literario con él, y acepta sus principios, su estilo de escritura, su universo, es un escritor que se disfruta, un escritor que tiene oficio, un escritor que siempre fue muy contradictorio, incluso muy torturado con su propia escritura. El libro Sobre héroes y tumba, estuvo varias veces a punto de ir a las llamas antes de publicarse. Finalmente su mujer, que la amó toda su vida, Matilde, lo convenció para que se publicara, pero siempre había dificultades.

 

Y cerró: “Incluso, para publicar El túnel, la revista Sur no se lo quería publicar, finalmente, él terminó poniendo unos pesos para que se pueda publicar el libro, que fue consagrado, porque nada más y nada menos, que Albert Camus dijo que había leído esa novela y que le parecía una novela excelente. Y estaba ante un gran escritor, no se exageraba cuando alguna vez se dijo, los grandes escritores de la Argentina en el siglo XX están constituidos por una línea de cuatro o cinco dedos. Jorge Luis Borges, por supuesto, Julio Cortázar, Adolfo Bioy Casares, Ernesto Sábato, Mujica Lainez y ahí estamos. Por supuesto se pueden agregar dos o tres nombres más y Sábato integra legítimamente la línea de escritores argentinos del siglo XX que merecen ser reconocidos por su excelencia, por la excelencia de su escritura, por la complejidad de su universo y por la actualidad. Los libros de Sábato se pueden seguir leyendo incluso hoy. El túnel fue escrito en la década del 40, tiene más de 80 años, es un libro que un joven lo puede leer y encontrarlo como un libro actual, lo mismo podemos decir sobre héroes y tumbas. Así que bueno, esta es la opinión, el punto de vista, la perspectiva sino puntos suspensivos acerca de este escritor que se llamó Ernesto Sábato”.