Día mundial de la salud mental: cultivarla desde los primeros años 

En el día en que se promueve el cuidado de la salud mental, es importante rescatar que los cuidados y la prevención deben comenzar a temprana edad para cultivar hábitos que respondan a una vida estable y segura.

Valeria Elías

RTS Medios

La salud mental es una de las cuestiones más importantes del ser humano, y la que menos atención se le presta. Sin ella, la vida puede convertirse en un verdadero problema. No tiene que ver con la bondad o la maldad de una persona, sino que hace referencia a su capacidad de poder comprender y entender la realidad para adaptarse a ella sin que le resulte un problema personal o le genere problemas con el entorno. Por este motivo, se hace hincapié en que la educación y atención a estas cuestiones a temprana edad, para poder atender con mayor rapidez y eficacia cualquier patología que pudiera afectar el normal desarrollo de la persona.

 

Por este motivo, en este día tan especial, el médico psiquiatra infantojuvenil, Andrés G. Luccisano (M.N. 122284) que además es subjefe del Servicio de Salud Mental Pediátrica del Hospital Italiano de Buenos Aires, en diálogo con RTS Medios comparte su visión sobre la importancia de la salud mental a temprana edad.  

 

 

—¿Por qué es importante cuidar la salud mental desde temprana edad?

 

 

— “La salud mental es un componente esencial e indisociable de la salud general, tal como lo define la Organización Mundial de la Salud (OMS). No se trata solo de la ausencia de trastornos mentales, sino de un estado de bienestar que permite a la persona realizar sus capacidades, afrontar el estrés normal de la vida, trabajar de forma productiva y contribuir a su comunidad.

Cuidarla desde la infancia es crucial porque es en esta etapa donde se sientan las bases para el desarrollo emocional, social y cognitivo. Una buena salud mental temprana facilita una correcta interacción ambiente-persona: Otorga las herramientas necesarias para la resiliencia, la capacidad de adaptarse y coexistir en un mundo en constante cambio. Además permite el desarrollo de habilidades como construir una sólida autoestima, gestionar las emociones, establecer vínculos saludables y resolver problemas eficazmente. Pero sobre todo ayuda a la prevención a largo plazo siendo un factor protector, disminuyendo la probabilidad de desarrollar trastornos mentales o problemas de conducta más adelante en la vida.

Al descuidarla, la respuesta es clara: se produce una menor calidad de vida, mayor vulnerabilidad al estrés y un potencial impacto negativo en el rendimiento académico/laboral, las relaciones interpersonales y el bienestar físico. Es un pilar que soporta todo el desarrollo de la persona”.

 

 

—¿Qué es lo que debemos tener en cuenta de los jóvenes o prestar atención? ¿Qué sería lo no «normal»?

 

 

— “La adolescencia es una etapa de vertiginosos cambios, no solo físicos y hormonales, sino también en el mundo interno (identidad, valores, autonomía) y en los vínculos (mayor dependencia del grupo de pares). Es natural que este proceso genera cierta inestabilidad emocional o conductual transitoria. Determinar lo «normal» o lo «patológico» es, de hecho, un gran desafío para padres, docentes y profesionales.

El punto principal para sospechar que algo pueda estar sucediendo es la presencia de cambios repentinos y persistentes que duren más de algunas semanas y que impacten significativamente en su funcionamiento diario. Lo que debe encender las alarmas es la intensidad y la duración del cambio, más que el cambio en sí mismo.

Algunas señales de alerta a considerar son por ejemplo, los cambios en el estado de ánimo (tristeza persistente, irritabilidad extrema, hostilidad inusual, o episodios de euforia desmedida). Algunos de estos cambios se ven en las rutinas y podemos identificarlas en el aislamiento social, el abandono de intereses o actividades que antes disfrutaba, alteraciones significativas del sueño o alimentación. A veces identificamos estas señales en el rendimiento escolar,  las malas notas o el ausentismo.

Otras veces aparecen sutilezas que minimizamos como síntomas físicos inexplicables (dolores de cabeza o de panza recurrentes) que no tienen una causa médica clara, asociados al estrés o la ansiedad.

Pero como profesionales lo que más nos preocupan son las conductas de riesgosa como el consumo de sustancias, las autolesiones o hablar constantemente sobre la muerte o el suicidio.

Estos indicios pueden ser la manifestación de procesos anímicos, de ansiedad, problemas de autoestima o dificultades en el manejo del estrés. Para los adultos, el camino para abordar estas situaciones es siempre la comunicación asertiva, la cual debe construirse desde edades tempranas y fomentarse con la escucha activa, la empatía y la validación”.

— ¿Cómo podemos entablar un diálogo o código con los adolescentes para poder entender o estar al tanto de su emocionalidad y necesidades?


— “Entablar un diálogo significativo con un adolescente requiere cambiar la perspectiva de «corregir», a «conectar «. El cerebro adolescente está experimentando una intensa remodelación, lo que a menudo se traduce en mayor impulsividad, búsqueda de sensaciones y una fuerte necesidad de autonomía y de sentirse comprendido.

La clave no está en tener todas las respuestas, sino en validar su experiencia emocional. Sugiero a todo padre o madre que sienta una barrera en la comunicación probar con frases de validación emocional, como: «Tenés razón en sentirte así» o «Creo que puedo entender por qué pensás de esa manera».

¿Por qué funciona la validación? Porque el adolescente tiene la necesidad de ser escuchado: Nuestro cerebro, en todas las edades pero con especial intensidad en la adolescencia, tiene una gran avidez por tener razón más que por buscar la verdad. En un adolescente que siente confusión e incomprensión por parte del mundo adulto, esta necesidad se agudiza.

A su vez, la proximidad que genera la comunicación permite establecer un código de confianza que desarma la actitud defensiva y abre las puertas de la confianza para compartir sus necesidades. Para esto es importante ejercitar como adultos la escucha activa y momentos de conexión con preguntas abiertas sin tantas afirmaciones o consejos”.


— ¿Cuándo es indispensable consultar con el especialista y cómo manejamos esa situación con el adolescente?


— “La consulta con un especialista en salud mental (psicólogo, psiquiatra infanto-juvenil) es indispensable cuando las señales de alerta mencionadas en lo que debemos tener en cuenta o prestar atención  y que se vuelven persistentes, intensas y disfuncionales.

Teniendo presente siempre: los cambios en el estado de ánimo o la conducta, la disminución significativa del rendimiento académico o social, las conductas autolesivas y verbalizaciones sobre el suicidio o la muerte y el consumo problemático de sustancias”.

Fuente: RTS Noticias