La idea comenzó a gestarse en 2016, cuando Duggan viajó junto al armoniquista Nicolás Smoljan a California y conocieron a The Silver Kings, una banda que reinterpretaba viejos blues con instrumentos originales. “Ese sonido nos voló la cabeza. Preserva algo muy de la época, con nombres como Muddy Waters y Little Walter, antes de que encontraran su propio estilo”, recuerda.

El proyecto tomó forma recién este año, cuando Duggan y Fraga comenzaron a explorar ese repertorio archivado. Tras varios ensayos y retoques en la formación, Old Bones halló su equilibrio con Soto y Scape.

Duggan empuña una Harmony H62 de 1956 conectada a un amplificador Masco de los años cuarenta. “Para este proyecto abandoné la púa y toco a dedo limpio”, confiesa. Fraga usa un Champion de cinco watts, lo mismo que la voz y el contrabajo, que salen “sin intermediarios”.

El resultado es un sonido compacto, crudo y parejo. “Es un blues muy rítmico y nos permitimos no tener batería”, dice Duggan. No hay solos de guitarra ni exhibiciones virtuosas: la armónica se encarga de los breves desvíos melódicos. El foco está en el ensamble, en esa respiración conjunta que vuelve orgánico cada compás.

Old Bones no busca reconstruir el pasado, sino reanimar su espíritu, mantenerlo vivo. En Lucille, entre chasquidos de válvulas y riffs contenidos, el blues volvió a sonar primario. Como si esos viejos huesos todavía tuvieran electricidad.