El Dr. de Boer, psiquiatra, realizó un análisis sobre el triple crimen de Florencio Varela. La noticia de que tres jóvenes oriundas de La Matanza fueron buscadas y encontraron sus cuerpos enterrados, impactó en la sociedad argentina.

Valeria Elías
RTS Medios
El Dr. Miguel Angel de Boer, médico psiquiatra y psicoterapeuta de Comodoro Rivadavia, hizo un análisis sobre la situación y el contexto donde se dio la peor noticia, tres jóvenes -Brenda, Lara, Morena- fueron encontradas enterradas luego de que el sicario narcotraficante “Pequeño J” descubriera que le habían robado.
“Entre la barbarie y la estructura: reflexiones sobre el triple asesinato en Florencio Varela”, titula el especialista el trabajo en donde expone las distintas aristas que van denotando una masacre en donde los juegos de poder e impunidad se hacen presentes.
“El horror del triple feminicidio ocurrido recientemente en Florencio Varela —Brenda, Morena y Lara— no es simplemente un suceso aislado, sino el fruto extremo de una lógica delictiva que emerge de tensiones sociales profundas, relaciones de poder asimétricas y un tejido institucional permeable. Más allá de la condena moral y el reclamo de justicia, aportar desde la psiquiatría y lo psicosocial puede brindar dimensiones analíticas para no perder de vista que hechos como estos están enlazados con patrones más amplios de violencia estructural, corrupción e inseguridad existencial.
1) El accionar del narcotráfico: mentalidad, valores, simbología
- Las organizaciones de narcotráfico conforman colectivos con su propia cultura, jerarquía, códigos y rituales. Sus miembros no solo actúan por incentivos materiales, sino que internalizan una lógica simbólica de poder, imposición y miedo.
- En ese universo, la violencia letal sirve tanto para eliminar obstáculos reales —enemigos, traidores, competencia— como para enviar mensajes simbólicos de disciplina, territorialidad y legitimación del control (la “marca”, el terror como sello identitario).
- Los sujetos involucrados pueden desarrollar, individualmente, actitudes psicopáticas (elevada desinhibición agresiva, falta de empatía) o bien verse inmersos en dinámicas de desensibilización progresiva, en que la brutalidad extrema deja de ser excepción y pasa a ser instrumento cotidiano de control.
- Colectivamente, la fraternidad “narca”, el código de silencio (“omertá”) y el proceso de socialización violenta, legitiman actos que en otros ámbitos serían aberrantes. De ahí la dificultad para entender su mentalidad y conducta para quienes son ajenos a dicha cultura. Se construye una mitología del “poder que se impone” donde el uso de la fuerza se convierte en parte esencial del capital representativo de la organización.
2) Factores de vulnerabilidad: individual, familiar, social y cultural
Para que muchas personas, sobre todo jóvenes, terminen atrapadas en el circuito del consumo problemático o incluso se integren a las bandas, convergen múltiples factores de vulnerabilidad:
- Individuales: déficits en el autocontrol, rasgos impulsivos, trastornos de conducta no tratados, experiencias de trauma o abuso temprano, baja autoestima, ansiedad existencial.
- Familiares: disfunciones estructurales (violencia doméstica, abandono, pobreza, ausencia de contención afectiva), carencias emocionales, modelos parentales con uso o comercio de sustancias, falta de redes de apoyo.
- Sociales y culturales: desigualdades extremas, segregación territorial, falta de oportunidades educativas y laborales, normalización del uso de sustancias, estigmatización del consumo, ausencia de políticas preventivas sostenibles.
- Esa combinación coloca a muchos jóvenes en “zonas de riesgo”: seducidos por promesas de ingresos rápidos, prestigio inmediato, pertenencia grupal. La banda ofrece no solo dinero, sino identidad, poder relativo, mitigación de la inseguridad subjetiva.
Una vez atrapados, la ruta es circular: el consumo disminuye la capacidad de resistencia, las deudas o adicciones refuerzan el chantaje, las sanciones internas garantizan sumisión.

3) Inserción del narcotráfico en las instituciones y el sistema: un engranaje corrupto
Una de las claves más dramáticas para entender por qué el narcotráfico parece casi invencible es la forma en que atraviesa y parasita instituciones del Estado y del sistema social:
- El crimen organizado actúa mediante cooptación directa e indirecta: soborno, amenazas, extorsión, incorporación de funcionarias/os corruptos, complicidades voluntarias, neutralización de controles.
- Logra instalar redes de protección dentro de fuerzas policiales, judicatura, gobiernos locales, administración pública, lo que le permite operar con impunidad y anticipación.
- Esta lógica institucionalizada de corrupción no solo sirve para “proteger” el tráfico: también para influir en decisiones políticas, vaciar de contenido sancionatorio las leyes, inhibir la acción judicial.
- En el ámbito educativo, religioso o comunitario, el narcotráfico puede infiltrar discursos, clientelas sociales o prácticas de intimidación —por ejemplo, patrocinio social—, ganando legitimidad relativa en los territorios.
- Esta red de complicidades y resistencias estructurales hace que extinguir al narcotráfico no sea ni remoto ni simplemente cuestión de “mano dura”: porque gran parte de su fuerza reside en la invisibilidad del encubrimiento institucional.
4) Argentina: una crónica anunciada y la fragilidad del Estado
Desde hace décadas, estábamos advertidos que fenómenos ya presentes en México, Colombia u otros países podrían replicarse en Argentina, si no se fortalecían mecanismos preventivos y de control institucional.
- Muchos señalaban que la combinación de desigualdad social, impunidad crónica, debilidad institucional y políticas erráticas en materia de drogas ofrecía un terreno fértil para la expansión del narcotráfico.
- Lo que sucede hoy —este triple crimen brutal— es parte de esa advertencia hecha realidad: algo que nos horroriza, pero que al revisarlo con detenimiento duele menos como sorpresa y más como consecuencia de omisiones y complicidades institucionales.
- Los gobiernos y las políticas muchas veces resultan impotentes o complacientes, sea por incapacidad técnica, falta de voluntad política o penetración corrupta. Y en ese espacio, el narcotráfico actúa con creciente audacia, vulnerando fronteras legales, simbólicas e institucionales”.
Fuente: RTS Noticias