Desmitificando el “Síndrome del impostor”

Suele ocurrir que se nombran algunas situaciones o hechos para darle un perfil reconocible, lo que no implica es que ese nombre tenga un sustento científico o un significante real. Las patologías psi tienen estudios y definiciones precisas que exceden el conocimiento popular.

Valeria Elías

RTS Medios

El conocimiento popular describe muchas veces, algunas cuestiones que se presentan intentando dar explicación de lo que ocurre. En realidad, en el campo científico, la mayoría de las veces estos postulados terminan desmitificados y aclarados con conceptos y teorías que explican con precisión de qué va la cosa en verdad. 


El nombrado “síndrome del impostor” es en el conocimiento popular una actitud de no reconocimiento del mérito o merecimiento propio. Pero para comprender y entender científicamente de qué se trata esta situación, José Dominguez, médico psiquiatra, Mat. 4882, ex presidente de la Asociación de Psiquiatras de Santa Fe, presidente del Capítulo de Trastornos de Ansiedad de APSA (Asociación de Psiquiatras de Argentina) explicó cómo se gestiona ese problema desde la ciencia.


“Cada vez estamos más expuestos a la comparación con otros: en el trabajo, en las redes sociales, en ámbitos competitivos. Muchas personas se ven obligadas a demostrar todo el tiempo lo que valen y eso alimenta la sensación de no estar a la altura. El término ‘síndrome del impostor’ puso en palabras algo que mucha gente ya sentía en silencio, y por eso se volvió tan conocido. Sin embargo, no es una enfermedad ni un diagnóstico médico. Es un término que usamos para describir a personas que, aun teniendo logros claros, sienten que no los merecen o que en cualquier momento alguien va a descubrir que ‘no son tan capaces’. Es más una manera de pensar y de sentirse que un trastorno en sí mismo”, expuso el especialista.


Luego aclaró: “A diferencia de un trastorno clínico, el síndrome del impostor no tiene criterios médicos definidos ni aparece en manuales de psiquiatría. Se trata más bien de una experiencia psicológica frecuente, que puede aparecer en personas sin ninguna enfermedad mental. Cuando la inseguridad es muy intensa y empieza a generar mucho malestar o limita la vida diaria, ahí sí puede estar relacionada con otros problemas como ansiedad o depresión”.


“Esto, en algunos casos, –continuó– se asocia a personas que padecen un Trastorno de Ansiedad Social o un Trastorno de Personalidad Obsesivo. En el primer caso, se trata de personas con baja autoestima y que tienen un temor a enfrentar diversas situaciones sociales por miedo a la crítica o a la humillación de los demás. Por otro lado, el trastorno de personalidad obsesivo (que no tiene nada que ver con el TOC) es un cuadro caracterizado por una personalidad muy autoexigente y competitiva, pero a la vez algo insegura y de pensamiento rígido”. 


Para finalizar, dijo: “Cuando se detecta que realmente hay una patología, hay que hacer un buen diagnóstico para hacer el tratamiento correcto. En algunos casos es suficiente con psicoterapia (terapia cognitivo conductual para el caso de un trastorno de ansiedad social, o terapia dialéctica conductual radicalmente abierta para el trastorno de personalidad obsesivo). En ocasiones el psicólogo necesita hacer la derivación a tiempo a psiquiatría para agregar algún ansiolítico o antidepresivo según corresponda. Cualquiera de estos casos que no sea tratado correctamente y a tiempo, puede conducir a una depresión”.

Fuente: RTS Noticias