La amistad reúne sentimientos, emociones, pensamientos, reacciones químicas propias del nuestro cerebro. La simpatía y la empatía, el enojo y la reconciliación, la amistad tiene también formas científicas de entenderse.

Valeria Elías
RTS Medios
Dado que el sentimiento de amistad, los vínculos creados y las emociones compartidas depende netamente de nuestro cerebro, en el Día del Amigo, el Dr. Néstor Baroidot compartió una reflexión alusiva dentro de la neurociencia sobre la amistad con RTS Medios.
Braidot hace más de 30 años fundó el Instituto Braidot de Formación y su Centro de Entrenamiento Cerebral, que cuenta con el apoyo de universidades de prestigio, entre ellas, FG Universidad de Salamanca (España). Se formó como doctor en Ciencias, magíster en Psicobiología del Comportamiento y en Neurociencias Cognitivas y magíster en Economía. Es licenciado en Administración de Empresas, Máster en Programación Neurolingüística, posgraduado en Psiconeuroinmunoendocrinología y trainer en rediseño conductual.

El cerebro también celebra el Día del Amigo
La amistad es mucho más que un vínculo afectivo: es una conexión profunda que deja huellas sinápticas en nuestro cerebro, huellas que se irán reforzando a lo largo de toda la vida. Estos vínculos, que a priori consideramos emocionales, también son química, porque la interacción con personas queridas libera dopamina, oxitocina y endorfinas, entre otros neurotransmisores y hormonas que refuerzan el bienestar, reducen el estrés y fortalecen la confianza en el otro.
En la actualidad, los estudios con técnicas de neuroimagen revelan que los cerebros de amigos cercanos presentan patrones de actividad neuronal similares, especialmente en áreas relacionadas con la empatía y la cognición social. Es como si sus mentes estuvieran en sintonía, resonando en frecuencias energéticas que facilitan la comprensión mutua.
Este fenómeno encuentra una analogía fascinante en la física cuántica. Por ejemplo, el principio de entrelazamiento explica cómo dos partículas pueden quedar conectadas de tal forma que lo que afecta a una, afecta también a la otra, sin importar la distancia. Algo similar ocurre con las amistades entrañables: hay una conexión emocional tan fuerte que las personas sienten lo que le pasa al otro, incluso sin palabras.
Otro concepto cuántico relevante es el de coherencia. En la amistad, se manifiesta como una sincronía emocional y cognitiva que permite compartir una mirada del mundo, anticiparse a las reacciones del otro y generar un entendimiento implícito.
«No es bueno que el hombre esté solo», reza una conocida frase popular, y eso es hoy una verdad científica, dado que la interacción social y el sentido de pertenencia generan emociones saludables. De hecho, saber que cuentas con personas a las que quieres entrañablemente y en las que puedes confiar porque te comprenden y apoyan, genera una sensación de seguridad emocional que libera oxitocina, una sustancia que, no por casualidad, es conocida como «hormona del abrazo», ese que compartimos con los amigos de la infancia, de la preparatoria, de la facultad, en definitiva, con todas las personas que enriquecen y alegran nuestras vidas.
Como vemos, la amistad no solo alegra el corazón. También transforma y fortalece el cerebro que, al igual que nosotros, la celebra cada día, en cada risa compartida, en cada abrazo sincero y en cada instante de verdadera conexión.
Por último, va mi homenaje al gigante de la humanidad que inspiró el festejo en esta fecha, Neil Armstrong, y no solo porque fue el primer hombre en Pisar la luna, sino porque admiro su coraje, su cerebro magníficamente entrenado y, principalmente, por su increíble humildad.
Fuente: RTS Noticias