No son hechos aislados, son constantes, persistentes y van aumentando en intensidad, no es una simple pelea o desacuerdo de niños, no es un juego o una burla simple, es intencional y su objetivo es dañar a la víctima.
El acoso es un tema en agenda, ya sea entre niños o adultos, es una pandemia que va creciendo y aunque se habla más y se busca prevenir, la pérdida de valores y principios socialmente hablando refleja esa ausencia de empatía y respeto por el otro. Ya no se trata si es diferente o tiene otras posibilidades, es un ensañamiento porque el hecho de poder ejercer un poder sobre el otro mediante algún mecanismo de sometimiento que genera dolor, incomodidad y confusión al acosado.

Valeria Elías
RTS Medios
En este caso la víctima, no siempre se percata de los sucesos dado que comienzan siendo aislados, casi inocentes, pero como ya se dijo, van aumentando con el tiempo. Y se van naturalizando esas acciones.
La organización “Hablemos de Bullying”, en la ciudad de Santa Fe, se encarga de dar charlas y formar profesionales para que prevengan y actúen ante estas situaciones de violencia entre pares.
Pablo Mainer fundador de la organización, en diálogo con RTS Medios expuso la temática y los puntos claves a tratar sobre la temática.
“Lo primero que hay que decir- comienza el entrevistado- es que cuando hablamos de acoso escolar hablamos de un fenómeno muy específico, que es el que se conoce también como bullying, porque hoy en día se suele confundir cualquier tipo de conflicto o desacuerdo o riña entre compañeros con situaciones de acoso o de bullying. El bullying es una situación de violencia, que la misma tiene que ser sostenida en el tiempo y lo que se produce particularmente es un juego de poderes, donde hay un chico o un grupo de chicos que se percibe más poderoso que otro. Es una cuestión de percepción, no de poder real donde también hay una intención, una intención de querer generar un daño hacia la otra persona. Esto es sostenido en el tiempo, por lo tanto, esto va generando justamente un desbalance de poder y también es un fenómeno muy silencioso donde los chicos que lo están sufriendo no se animan a denunciarlo, no pueden hablarlo con las familias, ni con la escuela. Por lo tanto también es muy difícil generar estadísticas o hablar de crecimiento de casos”.
Luego continúa “Existe una palabra que denomina especialmente el fenómeno. Hace 15, 16 años no se hablaba de bullying en Latinoamérica. Es un concepto que llegó y eso también permitió que el tema esté en la agenda pública y al mismo tiempo, se empiecen a generar en Latinoamérica y en la región, investigaciones, se empiecen a realizar publicaciones al respecto, cuando en realidad todo el desarrollo de investigación en cuanto a prevención y demás acerca del fenómeno, está muy desarrollado en lo que tiene que ver con países nórdicos, Estados Unidos, España y etc. Entonces, quizás, hay una sensación de que hay más casos o de que cada vez hay más casos, pero en realidad lo que hay es que se identificó el fenómeno, y hoy algo que pasó siempre, tiene un nombre específico y también se ha avanzado mucho en lo que tiene que ver con políticas de prevención, de investigación.
Estos conflictos generalmente se suscitan en los establecimientos educativos y luego se van ampliando en su alcance. “Está claro que la escuela sigue siendo, lo que se dice, una caja de resonancia de los conflictos o las situaciones que estamos viviendo a nivel social, donde obviamente los niveles de violencia han crecido o también podríamos decir que se han complejizado, donde al mismo tiempo se atraviesa el uso de pantallas, entonces, empieza el fenómeno del ciberbullying, que es mucho más complejo. Pero la escuela, como decía, no deja de ser un reflejo de lo que está pasando a nivel social. Entonces, bueno, más allá de esta situación que tiene que ver con un contexto, la escuela todavía tiene mucho por hacer. Por eso, a la hora de generar dispositivos, sobre todo de prevención, es muy importante trabajar de forma sistémica. Es decir, no quedarnos con hechos aislados”.
Por este motivo, sugiere: “Primero que nada, actuar de forma correcta a la hora de los conflictos. Hay conflictos que suceden todos los días, que son normales que tienen que ver con las relaciones humanas, pero si esos conflictos no se abordan de la manera más asertiva posible, no se abordan de manera sistémica entre todos los involucrados, esto puede escalar en el tiempo y muchas veces puede convertirse en situaciones de bullying. Eso en primera medida. Y después, lo importante del trabajo sistémico, es decir, no quedarnos con el caso puntual, sino ver qué patrones se repiten en esa institución que tiene que ver con algunas cosas con factores personales, factores de riesgo personales, individuales y otros que tienen que ver con factores de riesgo o de protección a nivel del sistema, es decir, las familias, los docentes, aquellos que son observadores de las situaciones”.
“Nosotros ponemos mucho foco en lo que tiene que ver con los adultos referentes y cuando hablamos de adultos referentes, son todos los adultos que están involucrados en el trabajo o en la relación con niños y adolescentes. Aquellos que tienen que tener las herramientas para poder prevenir, para poder abordar de manera asertiva son los adultos, porque además, también, lo que nosotros decimos, es que los chicos pasan por las instituciones y los que quedan son los adultos y son esos los que tienen que tener las herramientas para poder prevenir y al mismo tiempo, para poder abordar de una manera correcta cuando sucede un caso o cuando un caso escala.
Tomar acción y responsabilidad
Muchos padres no notan el cambio de humor en los hijos, cambio en las actividades, en las cuestiones de salud que son detonantes claves para detectar que algo está ocurriendo a la persona afectada. Es clave, entonces, observar con detenimiento estos puntos y otros que pudieran resultar atípicos en la cotidianidad de los chicos.
Sobre esto, Mainer comenta: “Muchas veces lo que sucede en este tipo de casos es que, primero se llega tarde, porque este es un fenómeno muy silencioso. Entonces, cuando nos enteramos de un caso, ese caso seguramente ya ha escalado, ya hace mucho tiempo que hay un niño o un adolescente que lo está sufriendo. Al final, cuando nos enteramos hay muchas veces, por parte de los adultos, una situación de desesperación. Entonces se empiezan a echar culpas, se busca culpables, a veces en el hostigador, a veces en las familias de estos niños adolescentes o en el docente, que muchas veces se repiten frases como, ‘la escuela no hizo nada’, cuando en realidad hay un problema que va más allá de lo que la institución a veces puede o no hacer”.
Para esto sugiere “lo primero que hay que hacer en estos casos es, trabajar en equipo tiene que trabajar la institución a nivel justamente institucional, no quedarnos con la situación que sucedió en un aula, en un recreo, sino poder trabajar en todo lo que tiene que ver con el clima escolar de esa institución, porque si nosotros solucionamos la cuestión individual pero no abarcamos la cuestión institucional, estos casos se van a seguir repitiendo. Entonces, trabajar en equipo entre los docentes involucrados, los observadores, los compañeros de aquellos que estuvieron involucrados, las familias. Hay un protocolo de actuación ante estos casos que está muy detallado, sobre todo, nosotros ponemos mucho foco en las capacitaciones, en qué cosas hacer, pero también en qué cosas no hacer. Porque lo que incurre, muchas veces, los adultos por desesperación, por desconocimiento, por falta de herramientas, es que muchas veces, se actúa y se termina agravando la situación o se transforman estos hechos, en hechos a veces hasta mucho más complejos, más graves donde intervienen los adultos, las familias involucradas. Por eso, es importante tener cautela y seguir todos estos pasos y hacer un abordaje bien sistémico y holístico”.

Todos deben involucrarse
Tomar conciencia y acción sobre esta problemática social, es una decisión política y le corresponde a los adultos.
Al respecto, Pablo Mainer dijo: “Acá hay una pata muy importante en el fenómeno que tiene que ver con las políticas institucionales. Muchas veces, en estos casos o en otros casos, se deja a las escuelas muy solas o a veces a los docentes muy solos, donde cada escuela tiene un criterio distinto, cada docente tiene un criterio distinto. No hay, y en esto es importante el rol del Estado, y tiene que haber proyectos institucionales que bajen del Ministerio de Educación con al menos ciertos criterios básicos. Estos criterios, obviamente, tienen que ser adaptados a la realidad de cada escuela, porque cada sistema funciona distinto, pero sí tiene que haber algún tipo de criterio unificado, porque lo que vemos cuando llegamos a las escuelas es muchas veces falta de información, falta de herramientas en los docentes, docentes que no son capacitados en estas temáticas, instituciones que están muy desconectadas a nivel comunicacional, por lo tanto cuando suceden estos hechos, lo que decimos siempre, empiezan todos a correr para todos lados sin saber qué hacer. No hay protocolos, no hay normas claras. Entonces, acá es importante, que no dejemos los criterios solamente a nivel individual de cada una de las escuelas, sino poder tener políticas de Estado que al menos den las herramientas y los criterios mínimos. Y a partir de ahí sí, poder hacer un trabajo en cada una de las escuelas con prevención y cuestiones que tengan que ver más con el contexto. No es lo mismo una escuela en un ámbito rural, que una escuela en una gran ciudad, una escuela en el contexto de un barrio de nivel socioeconómico bajo, que una escuela del centro. Seguramente que hay realidades distintas y los factores de riesgo y de protección van cambiando, pero sí tiene que haber, como se dice, bajada de línea institucional del ministerio con al menos algunos criterios básicos”.
Manos a la obra
En los últimos años aparecieron organizaciones que ante los sucesos de público conocimiento sobre este tema, comenzaron a accionar en la prevención y contención, en capacitar sobre las temáticas para poder abordar el problema y darle una posible solución.
“Hace muchos años que en Argentina se viene trabajando desde diferentes organizaciones, en nuestro caso desde el año 2018, pero hay otras organizaciones que vienen trabajando hace más tiempo, y hay un consenso en cuanto a cuál es el marco teórico de abordaje de este tipo de problemáticas, que tiene que ver con las dimensiones del clima institucional. Y en este sentido, ese abordaje tiene cuatro dimensiones. Una tiene que ver con, obviamente, las relaciones personales, otra tiene que ver con la comunicación, otra tiene que ver con lo que es el rol directivo. Es decir, nosotros ponemos mucho foco en los proyectos institucionales que tienen que venir de la mano de los directores y quienes dirigen esas instituciones. Y otro tiene que ver con las normas. Y muchas veces las instituciones carecen de normativas claras o son normativas que están dentro de un cajón, nadie las conoce, o se construyeron de manera muy unilateral, donde no se hizo parte a las familias, donde no se hizo parte ni siquiera a los niños y a los adolescentes que después tienen que cumplir esas reglas. Entonces, si nosotros no abordamos estas cuatro dimensiones del clima escolar, que en cada una de ellas, obviamente hay desarrollado un montón de teoría en cuanto a estrategias de prevención y abordaje, es muy difícil. Se incurre en solamente trabajar estos temas cuando hay algún caso, con algún tipo de conflicto pero no se trabaja de manera, sistémica y sostenida en el tiempo, desde el abordaje del clima que, además, ya hay mucho desarrollado en cuanto a bibliografía, investigación y demás teorizaciones”.
Fuente: RTS Noticias